ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Como Puerto Rico

     Como este artículo trata sobre el que tiene apellido de cadena de supermercados y cara de anuncio de loción para después del afeitado, vaya de entrada una profunda duda ortográfica que tengo sobre don Arturo Más. ¿Por qué los menos escribimos Más con acento y los más lo ponen sin él? El presidente de la autonomía catalana, ¿qué es? ¿Un adverbio de cantidad que "denota idea de exceso, aumento, ampliación o superioridad en comparación expresa o sobrentendida", como dice el DRAE, o, por el contrario, es una conjunción adversativa, que siempre está dando por saco y poniéndole un "pero" a todo?
Pero sigamos con los proyectos separatistas del adversativo o aumentativo señor Más (madera, esto es la guerra). Cuando el presidente de la CEOE aún no había metido el freno y la marcha atrás y estaba de roneo separatista, antes que dijera que la independencia es una barbaridad, los empresarios catalanes le metieron las cabras en el corral a don Arturo Más, quien tras negar la mayor (como se dice en perfecto tertulianés) puso negro sobre blanco (que también es muy clásico en dicho idioma) sus aspiraciones separatistas y salió cantando por Boby Capó: "Voy a pasar mi luna de miel en Puerto Rico".
Don Arturo Más, de mayor, quiere ser como Carlos Romero Barceló o Rafael Hernández Colón: gobernador de Puerto Rico. De momento, si los catalanes quieren ser como Puerto Rico, al presidente hay que quitarle tal nombre y llamarlo Gobernador. Eso no es problema. El problema es que al Palacio de San Jorge (vulgo Palau de Sant Jordi) habrá que rebautizarlo como La Fortaleza. En cuestión de bandera es más fácil. Será cosa de cambiar el color y número de las barras, de rojas y blancas a amarillas y rojas. Y se ahorrarán la estrella, cosa muy grata a la buchaca catalana, ya que Puerto Rico tiene en la bandera la suya solitaria. Lo malo es que van a tener que dejar de cantar ese himno sangriento de los golpes de hoces que pegan los segadores, para entonar canciones patrias simpáticas y menos agresivas, como "La Borinqueña", que es un himno con sabor a bolero: "La Tierra de Borinquen/donde he nacido yo/es un jardín florido/de mágico primor". Por no hablar del son con tanto compás que es como un segundo himno borinqueño: "Qué bonita bandera,/qué bonita bandera/la bandera puertorriqueña..."
Y así sucesivamente, tendrán que cerrar todas las empresas de cava para dedicarse a producir como locos piña colada, con ron Don Q y Coco López. Lo siento por la sardana, pero será sustituida inmediatamente por la salsa, la bomba y la plena. En vez de monchetas con butifarra, asopao de camarones. O somos como Puerto Rico o no somos. Y si quieren serlo, que aprendan no sólo a usar el español como la lengua común de la calle, de la casa, de la escuela y de los medios de comunicación, sino a mimarlo e incluso a traducir por "Pare" el "Stop" de las señales de circulación. Ojalá fuera verdad lo que quieren ser de mayores y se cuidara en Cataluña la lengua española como en Puerto Rico, donde no multan a nadie por poner el letrero de su comercio en el idioma de mi tocaya Julia de Burgos. Mas (ahora conjunción adversativa, no presidente) hay asuntos puertorriqueños que no creo que quiera imitar el del apellido de adverbio de cantidad. Aunque Estado Libre Asociado, los puertorriqueños se sienten profundamente estadounidenses. El puertorriqueño no quiere independizarse de Washington: el puertorriqueño rico quiere irse allí de congresista y el puertorriqueño pobre quiere irse de emigrante a Nueva York. Y además, que Más no conoce el cante que ya lo dijo todo: "Ni Veracruz es Veracruz,/ni Santo Domingo es santo,/ni Puerto Rico es tan rico/pá que lo veneren tanto."

 

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