ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Calentitos en China

     Quizá conozcan en Madrid la castiza Churrería de San Ginés, por "Luces de Bohemia" de Valle-Inclán o por haberla visitado en horas de madrugada. Pero no sé si sabrán que la Churrería de San Ginés, fundada en 1894, al igual que Joy Eslava o Pachá, es propiedad del empresario Pedro Trapote. Sí, el que es tan aficionado a Sevilla y a los toros; sí, el que vemos en sus abonos de la tercera fila de barrera del 3; sí, el neocuñado de Felipe, casado con Begoña García Vaquero, hermana de María del Mar, la segunda mujer de González. Bueno, pues a Trapote hay que hacerle un monumento frente al Arco de la Macarena o junto al Arco del Postigo, donde están los dos mejores templos, los basilicales, de la masa frita en Sevilla, pues acaba de llevar los calentitos a China. ¡Óle la colonización del calentito! Igual que Colón llevó a América nuestra fe y nuestra lengua, Trapote ha llevado a China nuestros calentitos. Lástima que Trapote, como madrileño, les diga churros a los calentitos y churrería a su calenterìa; pero, al fin y al cabo, los churros y porras de Madrid son distintas advocaciones de la fe sevillana de los calentitos de rueda o de papa, que es la única verdadera.
Tras la reciente apertura de tres calenterías en Japón (dos en Tokio y una en Osaka) y poco antes de inaugurar otra en Bogotá, Trapote ha decidido introducir en China la marca madrileña de San Ginés, con sus calentitos, su chocolate y todos sus avíos. Igual que los chinos ponen en Sevilla sus tiendas de chinos, Pedro Trapote ha plantado su calentería y chocolatería de San Ginés en Shangai, en un centro comercial del histórico distrito de Hongkou, al lado del estadio de fútbol del Shangai Shenhua de la Superliga china, donde juega el actual equipo de Drogba y Anelka bajo las órdenes del argentino Sergio Batista. Y como a este Trapote no hay quien lo pare, tras Shangai piensa abrir más calenterías madrileñas en Pekín, Cantón, Suzhou, Hangzhou, Shenzhen, Wuhan y Chengdu.
Trapote, de paso, ha zanjado en Shangai la vieja cuestión disputada de los escolásticos: si son churros, calentitos, jeringos o tejeringos. Ha creado un nombre chino nuevo para traducir la palabra madrileña "churro" al mandarín: "Xuanlezi", que significa algo así como "que crece alegremente dando vueltas", voz del mandarín del Flan Chino de los gorros famosos de la Feria de Muestras que intenta describir una rueda de calentitos, a la que el churrero le da barrocas vueltas, curvas y contracurvas, con los dos palos. Vamos, que algunos históricos calenteros sevillanos, como Santitos el del Postigo o José Alfonso Gallego el de la Macarena, tenían con los palos mucho más arte que El Fandi, dónde va a parar. Trapote, para adaptarse al mercado chino, ha preparado también calentitos con forma de corazón y con los caracteres "Wo ai ni" ("te quiero") para darlos a conocer mejor aprovechando el Día de los Enamorados, y promociona ya su masa frita en la red social Weibo y en el portal Dianping.com.
Felicito a Trapote por el imperialismo calentero. Dicen que los chinos están encantados con los calentitos y que hacen cola en su Churrería de San Ginés, aunque algunos le echan a los calientes queso Cheddar, que tiene que ser algo así como migar gambas en el chocolate. Sólo la estraza de los siete mil millones de papelones de calentitos que los ochocientos mil millones de chinos le compran todos los días a Trapote, imagínense qué negocio. Y nada digo del azúcar para esos miles de millones de ruedas de calentitos. Y eso que los que lleva Trapote a China son churros madrileños, no calentitos sevillanos. ¡La que va a liar Trapote en China el día que, a la vuelta de los toros, se lleve a Shangai tus calentitos del Postigo, Ángela Martínez Goyguru!



 

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