El 25 de
agosto de 2008 escribía aquí: «En la plaza de San Martín de
Porres, por donde estaba la cochera de los tranvías y el
almacén del aceite Teresa, desde hace 50 años está plantado
un monumento vivo de la memoria de los niños de Triana: las
calesitas de León. Son las 8 de la tarde. El tío de las
calesitas le acaba de quitar a su atracción de feria las
lonas que la cubren, del color calle Pureza de los capirotes
de la Esperanza. Hace 50 años que todas las tardes enciende
estas luces de colorines, les quita el polvo a los bancos de
las esquinas, donde los padres ven pasar a los niños girando
una y otra vez sobre la miniatura del coche de Fernando
Alonso, sobre los vieneses caballos del subibaja del
carrusel. Llegan los primeros niños. El uno se monta en el
coche de bomberos y toca la campana. El otro, en el amarillo
coche de caballos, como arrancado de una parada antigua.
Suena ahora el largo silbido. Como un latido humano, empieza
el chucuchucu de la maquinaria bajo del mágico círculo de
los cacharritos. Las calesitas las siguen llamando en Triana.
El baby le llama, con jerga de feriantes, su prodigioso
dueño, este vendedor de sueños infantiles por 2 euros una
vuelta y 5 el abono de tres. Su abuelo y su padre estaban ya
en el negocio. Tenían volaores y calesitas en la Plaza de
Anita y por el Hotel Guitarra. Su padre le compró a Navarro
y a Toledo los dos cacharritos que ponían en El Prado. De
allí vienen muchos de estos coches, como la amarilla manola
de caballos, qué preciosidad de miniatura, o el carrusel de
mecánicos alazanes que suben y bajan con risas de niños en
su montura...»
Luego, el 21 de enero de 2011, escribí: "Al tío de las
calesitas del Tardón el Ayuntamiento le ha dado orden de
desalojo. ¿Qué daño le hace a nadie allí con las vueltas de
sus calesitas, como un reloj por el que no pasara el tiempo,
que giran y giran como el tic tac del corazón de la memoria,
en las que se han montado los padres y los abuelos de estos
niños trianeros que ahora se suben? Este Ayuntamiento de
Sevilla que la tiene tomada con Triana le dice a León que
levante sus cacharritos porque quiere hacer allí...
¡aparcamientos!". Junto con ilustres trianeros de guardia
pedí entonces la amnistía para las calesitas y se pudo
salvar el descubrimiento del movimiento continuo que es la
sonrisa de un niño subido en los cacharritos.
Hoy, 13 de noviembre (ojú, 13 y martes) de 2012, certifico
que las calesitas de la plaza de San Martín de Porres están
de luto. Han cambiado el verde Esperanza de sus lonas por el
negro de la pena por soleares de Triana. El 27 de octubre, a
los 86 años, murió el dueño de las calesitas. En los eternos
duales de Sevilla, aunque era un símbolo de Triana, el dueño
de las calesitas del Tardón tenía nombre de capataz de la
Macarena: Luis León León. Continuó con el negocio feriante
que había montado su padre, José León Aznar, y lo plantó
definitivamente en esa nueva Triana cabe el Tardón y el
Barrio León, de Pantoja el de los Gaditanos y de Cadaval el
de La Teatral. Con la de días que había en el siglo XX, el
padre de León obtuvo la licencia municipal de instalación
para sus cacharritos el 18 de julio de 1936. Como un símbolo
de la de vueltas que iban a dar las calesitas del odio y de
la sangre. La guerra fue como un tiovivo trágico para Triana.
Luego, desde 1953, cuando todo aquello era baldío y terrizo,
tenía Luis León plantadas sus calesitas. Dice Emilio Jiménez
Díaz que como otro trianero que no nació en Triana, como
Juan Belmonte: sin moverse del sitio...ante el toro de la
vida. Ahora su hijo Luis perpetua el negocio, que está de
luto en estos días de noviembre en que la Esperanza puede
que se vista de negro, pero que sigue blanca y antigua la
alegría de los niños a los que sus padres y sus abuelos
llevan a montarse en las calesitas de León.
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