ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Chicharras calladas

 Han venido retratados en ABC, pero de un modo insólito. El uno no va vestido con el uniforme del cuerpo bolivariano al que pertenece, ni con el carísimo sombrero sudaca de trenzado de palma, ni con las costeadas adidas de siete leguas, ni lleva en la mano la botella de agua mineral, de reglamento en las huelgas de hambre. El otro tampoco porta en bandolera el imprescindible megáfono de encabezar manifestaciones, ni anda levantando el puño cerrado, ni va emitiendo rítmicas consignas pareadas para que las coreen sus pastoreados seguidores. Hablo de Sánchez Gordillo, el alcalde de la reserva natural marxista-leninista de Marinaleda, y de su compadre Diego Cañamaro.
Ambos no están retratados esta vez asaltando mercadonas, ni ocupando oficinas del INEM, ni bañándose en pelota picada en la piscina del hotel de Moratalla. Están en las gradas del público del Parlamento (de la Señorita Pepis) de Andalucía como señal de protesta. La sentada suele ser, en efecto, una forma habitual y estudiantil de protesta, que acaba cuando vienen los guardias a levantar por la fuerza a los que están en mitad de la puta calle. Pero esta sentada de Gordillo y Cañamero es más confortable. Están apoltronados en sendos mullidos sillones de preferencia, en una protesta callada, sin megáfonos, banderas ni pancartas. Gordillo, que es diputado del mentado Parlamento de la Señorita Pepis, para protestar se ha ido desde su escaño de IU a la tribuna de invitados, con Cañamero. ¿De qué protestan de forma tan civilizada, que si no es por la foto de ABC no sabemos que andan enfadadetes? Pues protestan porque aunque IU es su socia no quieren votar a favor de los recortes del gobierno del PSOE: 1.000 millones, el 10,6% de menos, en el presupuesto de Sanidad y en Educación, 600 millones, el 8,6% menos.
Y digo yo: en esta España en la calle protestando contra los recortes todo el mundo, los profesores, los padres de alumnos, los estudiantes, los médicos, las enfermeras, los enfermos de los hospitales de Madrid, los MIR, los jueces, los abogados, los funcionarios, ¿no les extraña que los de Marinaleda no protesten ahora de nada y anden tan calladitos? Los de Marinaleda, cuando ven a los que protestan, deberían decir como servidor cuando está en una reunión y alguien empieza a contar un chiste de tartamudos. Le digo
-- No, déjame que lo cuente yo, que soy tartaja profesional, con carné belmontino, y lo haré mucho mejor que tú, que eres un simple aficionado.
Los de Marinaleda, encabezados por el vividor Gordillo, igual. Deberían decir a médicos, profesores, jueces y funcionarios en sus protestas contra los recortes:
-- Váyanse a sus casas y dejen que protestemos nosotros por ustedes. Ustedes son unos aficionados y nosotros somos profesionales de la protesta.
Ni por esas. Van de Belinda los que en verano asaltan tiendas, intentan entrar en los cortes ingleses, agreden a las cajeras del Mercadona y se llevan los carros llenos de gloria bendita, porque dicen que la cosa está muy achuchada. Mucho más acuchada está la cosa ahora que en el verano y ya ven: la única protesta advertida por parte de estos profesionales es la mullida sentada de Gordillo y Cañamero en primera fila de barrera parlamentaria. Y ahora que la Junta recorta tela en Sanidad y en Educación, ¿no os metéis en carretera, hijos míos? Claro, ¡cualquiera es el guapo que ahora como protesta se baña desnudo en la piscina de Moratalla, con el frío que hace! Son como las chicharras. Únicamente dan el cante en el verano, cuando con el estiaje informativo tienen aseguradas las aperturas de los telediarios. Por eso no cantas, chicharra gordillesca, conozco tu sonsonete...


 

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