ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Universitarios sin fronteras

 Me lo dijo con voz muy triste. Incomprensiblemente triste:
-- Fíjate, que mi hija se ha ido a vivir a San Diego...
Y lo animé:
-- Pues no estés triste, hombre, porque es una buena barriada. Un poquito lejos, eso sí, no es aquí en Los Remedios. Pero tiene al lado el Parque Miraflores, y está muy bien comunicada, y allí hay de todo... --
Pero me sacó de mi error del mapa de los barrios y barriadas de Sevilla cuando me aclaró:
-- No, no es la barriada de San Diego, hijo. ¡Si fuese a la barriada de San Diego! Es a San Diego, California, donde su empresa la ha trasladado en su trabajo.
Lo consolé:
-- No te preocupes, Ángel Luis, que eso ocurre en las mejores familias. Media Sevilla tiene un hijo universitario trabajando en el extranjero.
Y me repitió el tópico que es consuelo de padres con hijos en esta División Azul de la fuga de cerebros, radiografía de la crisis (vulgo "con la que está cayendo"):
-- Mira, después de todo, mejor que estén lejos y con un buen trabajo que aquí en Sevilla y parados.
Escuché el otro día a una profesora de Alemán del Instituto de Idiomas de la Universidad de Sevilla que comentaba por la radio que no dan abasto de clases para enseñar la lengua de Goethe, digo, de Angela Merkel. Y comentaba la profesora que la vez primera que vio la oleada de matrículas para aprender Alemán creyó que era interés por conocer la cultura germánica. Qué va. Al poco descubrió que no, que era para aprender la lengua de la tierra de promisión de un puesto de trabajo para tantos preparadísimos licenciados, arquitectos o ingenieros sevillanos, de curriculum brillantísimo. Aquí mucho hablar del español como lengua vehicular en Cataluña, pero hemos de reconocer con tristeza que los universitarios sevillanos han de aprender el alemán como lengua vehicular del trabajo que aquí falta. De aquellos emigrantes de los 70 que se iban a Alemania con la maleta de cartón amarrada con guitas hemos pasado a estos emigrantes tituladísimos y preparadísimos que se van con el portátil y la tableta amarrada con la alegría de haber encontrado el puesto de trabajo que nuestra sociedad sin tejido industrial, sin oportunidades y, lo que es peor, sin futuro, no puede ofrecerles. Y la otra cara de la moneda: ¿cuánto nos hemos gastado para que la Universidad forme a estos titulados que ahora se tienen que ir de emigrantes a Alemania, a Bruselas, a Brasil, a Estados Unidos, a los Emiratos? ¿Cuánto se ha ahorrado Angela Merkel en formación de titulados superiores, como en los 60 y 70 se lo ahorraban los cancilleres germanos en mano de obra andaluza barata?
Y oigo ahora como si Perico, que está leyendo este artículo, me dijera:
-- Pues dile a esos padres con el hijo trabajando en Alemania que estén contentos, porque el nuestro está todavía más lejos: en México D.F.
Y me parece que oigo a Juan Manuel, que me dice, a su vez:-
-- Pues dile a Perico que esté contento, que en México por lo menos hablan español y son católicos, porque nuestra hija está en Kuwait...
Estamos espurreando lo mejor de la formadísima juventud de Sevilla por el mundo. Con el conformismo de las circunstancias, además: mejor lejos que en el paro. Tendríamos que hacer el Sindicato de Padres Sevillanos con Hijos Trabajando en el Extranjero. Vuelven muchos en estos días, para alegría familiar de las Pascuas. A mí, ¿qué quieren que les diga?, me parece uno de los costos humanos y familiares más amargos de la crisis. ¡Con lo contento que estarías con tu hija en la barriada de San Diego, Ángel Luis!

 

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