El Ayuntamiento ha aprobado una nueva Ordenanza de Ruidos, o como se llame.
-- No, si le pone el nombre el Tío de la Mariscada, con lo cursi y lo rebuscado que es, y esa con palabrería que se trae, seguro que la llama "Regulación de Niveles Máximos de la Sostenibilidad Auricular en Emisiones Sónicas Ciudadanas". --PUNTOAPARTE--
Hay que ver lo que nos gusta legislar. Más que no cumplir lo legislado, que ya es decir. Mejor que legislar nuevamente contra el ruido, el Ayuntamiento debía cumplir lo ya ordenado en el asunto. Me harta de correos electrónicos un vecino de la Alameda de Hércules que en plan partido de fútbol nos va retransmitiendo email a email las fatiguitas negras que pasa en las noches de los fines de semana, llama que te llama a la Guardia Municipal para que vengan a meter en cintura el ruidazo que tienen formado los niñatos, los zagalones, las terrazas y los bares debajo de su casa, que allí no hay quien duerma, y ésta es la hora que los locales no aparecen.
¿Cuántas ordenanzas tiene aprobadas el Ayuntamiento que las propias autoridades y sus agentes que han de hacerlas cumplir toman por el pito de un sereno? Pues tantas como leyes tienen promulgadas el Congreso de los Diputados y el Parlamento de la Señorita Pepis, digo, de Andalucía. Todo papel mojado. Como dijo Pepe Luis Vargas con su cornalón de caballo camino de la enfermería:
-- Tó pá ná...
Tó pá ná porque los ensayos de las bandas de cornetas y tamberos y los cohetes, ni tocarlos. Sevilla se ha valencianizado peligrosamente, con tanta banda de música y tanto coheterío. Incluso con Fallas. ¿A que Las Setas parecen una Falla, ahora que se acerca San José? La lástima es que a estas Fallas no les meten candela la Nit del Foc.
Sevilla tiene un objetor de cohetes oficial, a cuya campaña me sumo por medio de este artículo. El objetor es Joaquín Arbide, mi antiguo compañero de la Facultad de Filosofía y Letras, el que realizó una labor tan interesante en el TEU (Teatro Español Universitario) y en Tabanque, y que luego se pasó a la radio, en La Voz del Guadalquivir y me parece que en una emisora local de Lebrija que dirigió. Bueno, pues en esta Sevilla avalencianada, al único que he escuchado clamar contra los cohetes es a Joaquín Arbide, en el programa semanal que hace con José María Toro en Onda Sevilla Radio. Me gustaría saber lo que piensa Arbide sobre la nueva ordenanza con barra libre de Cohetes, Campanas y Procesiones. Creo que el primer artículo de la nueva Ordenanza, Joaquín, dice:
"Cohetitos van y vienen, que la Virgen va a salir".
Los cohetes rocieros, los que tanto te mosquean, oh Arbide, quedan fuera de la "Regulación de Niveles Máximos de la Sostenibilidad Auricular de Emisiones Sónicas". Pero como el Rocío lo ha invadido ya todo en Sevilla, hasta las sevillanas, que no son corraleras, sino rocieras, ¿no es rociero acaso el cohete que tiran las peñas béticas cuando el Glorioso marca un gol? Los cohetes de gol de las peñas sevillistas, ¿no son rocieros? Cuando Morante o El Cid cortan oreja, ¿no merecen un buen cohetazo? Los cohetes son como un cante de ida y vuelta. Lo explico. ¿No se ha ido media Sevilla a vivir a loa adosados del Aljarafe? Pues el Aljarafe, donde los moros que no se quisieron ir dejaron su afición por correr la pólvora, se venga. Se viene a Sevilla a pegar cohetazos. Muchos barrios, a efectos coheteriles, son Benacazón.
Y digo yo: como esto de los cohetes no tiene remedio, mejor que la nueva ordenanza municipal hubiera incluido a los petardos, prohibiéndolos. Pero los petardos humanos, no los de triquitraque. ¡La de petardos que hay en Sevilla! Lo malo es que en Sevilla los petardos mandan tela. Más que los cohetes en Benacazón, Dios mío, cuánto tío petardo mandando en Sevilla, y no doy nombres porque se me acaba el espacio, que anda que si no...