Por el reloj de la Catedral acababan de dar las 10 de la noche en el herreriano patio del Archivo de Indias, sobrevolado poco antes, con las últimas luces, por los vencejos que debutan el domingo con caballos en la plaza del Arenal, bajando al albero a torear unos novillos de ensueño a los que son ellos los que les hacen el avión. Todo el acto había tenido puntualidad de reglamento y de toques de ordenanza: una hora exacta. ABC y el BBVA entregaban el primer premio Sabino Fernández Campos en homenaje a nuestras Fuerzas Armadas y a la Guardia Civil. El acto de entrega, a plaza partida, con medio patio ocupado por militares y el otro medio por paisanos, había tenido el silencio de la emoción o la emoción del silencio cuando el teniente del Cuerpo General de Armas don Javier Alonso del Campo, recién regresado de Afganistán, hablaba a los presentes tras recoger el premio concedido al Centro Internacional de Desminado de la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares. Como sabemos que la muerte no es el final, el teniente Alonso ofrecía el premio a la memoria del sargento Fernández Ureña, muerto por España en Afganistán en la arriesgada tarea que su unidad suele: quitar bombas en los caminos de la libertad y de la seguridad. Y en todos los discursos, la constatación de una verdad: estos señores militares no sólo sirven al Estado como profesionales de la función pública, sino que son los únicos que, además, han jurado dar la vida en el servicio a la Patria si necesario fuere. Como el sargento Fernández Ureña cumplió el juramente del deber con su sangre.

Tan impresionados estábamos todos por un acto tan insólito cual la solemne proclamación de lo obvio de España, que cuando ya habían sonado las 10 en el reloj de la Catedral y terminado al acto, me acerqué a nuestra presidenta-editora y le dije a Catalina Luca de Tena:

-- Catalina, gracias por esta convidá a Patria.

Es lo que suelo decir a quien me invita a un acto militar en Tierra, Mar o Aire, donde estén presentes estos valores no sólo olvidados, sino pasados de moda e incluso políticamente incorrectos. Al general Mena se lo dije, como se lo dije al general Pittarch o ahora al general Medina cuando concluye en la Plaza de España un homenaje a la bandera con recuerdo a los caídos, una jura de civiles o una misa en la Inmaculada con el recuerdo a los Tercios que fundaron la fiel Infantería:

-- Mi general, gracias por esta convidá a Patria.

El embajador Fernández-Palacios, también premiado, Morenés el ministro de Defensa, Ángel Expósito, Agustín Vidal por el BBVA o el general Rodríguez de Austria lo dijeron con otras palabras: nos falta Cultura de Defensa. Los civiles sabemos muy poco de las verdades del barquero de los militares, y eso que los tres Ejércitos y la Guardia Civil son las instituciones del Estado más valoradas en la encuesta del CIS que dice que los españoles desconfían de los políticos, de los jueces y yo creo que hasta del Catastro. Conforta saber que en esta España del juego de los barquitos donde todas las instituciones están tocadas, cuando no hundidas, nos queda la certeza de que estos señores militares que profesan la calderoniana "religión de hombres honrados" son la única parte del Estado sin corrupción ni locuras, sin escándalos, sin claudicaciones. Sólo con obediencia, silencio, disciplina, Constitución en mano, y, encima, como cominito, ¡menuda propina!, dando la vida por España si necesario fuere. Aunque, eso sí, tomando todas las precauciones de seguridad que mandan el reglamento y el sudor de la instrucción que tanta sangre evita, que tampoco hay que pasarse y que no está el mundo como para que pelen la pava así como así los novios de la muerte. Así que por todo eso te lo repito ahora, querida Catalina Luca de Tena: gracias por esta emocionante convidá a Patria, ya que en el Día de las Fuerzas Armadas nos han dejado sin convite a desfile y a honores a la Bandera.