ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 
ABC, 7 de septiembre de 2013
 
Doce estrellas en la Calle Real
 

  Quisiera que este romance de tinta celeste fuera y en el papel de las tortas impreso verlo quisiera. Aquellas tortas de aceite que Inés Rosales vendiera bajando con su canasto la Trocha, La Pañoleta, esperándola el tranvía que cada día cogiera, venderlas con tanto arte y a toda Sevilla entera, que tanta fama cogieron que allí un imperio surgiera. ¿No quieren emprendedores, no protegen a las féminas? Pues ahí tienen la Rosales, mujer tan hecha y derecha: se adelantó a nuestros tiempos en el de las bisabuelas y sin tener subvención de la Junta ni la CEA unió el nombre de sus tortas al nombre de Castilleja, por España, por Europa, por las más lejanas tierras, aunque (todo hay que decirlo) ahora las hagan en Huévar.

Quisiera que este romance todo ese arte tuviera: arte en zócalos celestes, y son celestes las rejas, y celestes los balcones, y hasta celestes las puertas, y celestes las persianas que el sueño de un niño velan... Parece que vas al cielo y que las nubes te cercan, este cielo con los tonos de pintura murillesca, cuando has llegado a este pueblo que le llaman de la Cuesta, no sé si del Caracol o la de esta calle enhiesta que hasta los pies de la Virgen son blancas cales que trepan, que hasta el nombre de la calle proclama su Realeza. A la que orgullosamente proclaman con voz eterna emperatriz de los cielos y emperatriz de la tierra, que hace cosa de seis siglos los franciscanos trajeran y que veneraron duques que de San Telmo vinieran, y le rezaron Infantas que aquí estudiaron de internas; a esa Virgen tan sublime, cielo y tierra, sol y estrella, mar y río, campo y monte, llano y sierra, Madre de Dios y los hombres, que almíbar puro chorrea; la que defendió Sevilla como la Pura Doncella que yo he visto en mi Postigo postrarse a un Papa ante Ella... A María Inmaculada la corona hoy Castilleja.

La luna por pedestal, vestida de sol, tan bella, dice la Santa Escritura (que de esto sabe tela) que aquella Virgen ceñía cuando al mundo apareciera la misma que habrá esta tarde: corona de doce estrellas. Doce estrellas, doce soles, de oro y de plata vieja le imponen hoy a la Virgen con una corona nueva que labraron en Triana, y que vendrán a ponérsela aquellos que la querían y en el cielo están con ella: los Cansinos, los Rosales, Los Reyes, Hilario, Cuesta, Francisco el Municipal y Pepe de la Bodega, ay, tantos castillejanos que arriba ya pueden verla.

Esas doce estrellas, doce, las que la corona lleva, no son de oro, son vida, recuerdo, nostalgia, entrega, alegrías y pesares, muertes, bautismos y guerras. Cada una de las doce un trozo del alma lleva, porque las ha cincelado el amor de Castilleja. Y os lo diré, chorreones: imagino que va en ellas, nada menos que la historia que vuestra sangre recuerda. En dos estrellas, dos Reyes que huele cuando torea la plaza al ajonjolí que las buenas tortas llevan: aquel capote de Diego, de Ruperto la muleta. En dos más, otros dos Reyes que cuando cantan le rezan: Diego y Miguel van diciendo las más poéticas letras que en loor de la Purísima un día les escribiera un genio que se llamaba, qué arte, Manuel Pareja. Así a lo tonto, a lo tonto, ya vamos por cuatro estrellas. La quinta son los franciscos, los frailes que la trajeran. La sexta es Hernán Cortés, tras conquistar media América, que se postró ante esta Virgen que es faro que de luz ciega. Perdonen si a estas alturas yo ya he perdido la cuenta, no sé qué número hace cuando aquella que fue reina y que murió en un romance que cantó la rueda, rueda, María de las Mercedes, es estrella de esta Reina. Y las libras esterlinas que dieron las irlandesas por comprar este palacio que le pusieron a Ella. Y el trabajo de su gente, esas mujeres dulceras que los papeles que doblan la gloria llevan envuelta. Y hasta el Señor Santiago creo que hoy la Plaza cierra, la del Arco y del palacio que tiene el Duque de Béjar, en homenaje a la Virgen y no hay disputas ni grescas. Si hasta el mismo Jesucristo resucita en Castilleja... Coronada por su pueblo con celeste de Pureza, ahora, a los pies de esa Virgen, voz de seise ser quisiera: ¡Viva la Calle Real de la regia Castilleja y viva la Inmaculada que coronan doce estrellas!

 

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