ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 
ABC,  4 de noviembre de 2013
 
Honores a la Bandera
 
     Me escribe un lector para decirme: "Las banderas que ondean en el balcón del Ayuntamiento de Castilleja de Guzmán en Sevilla, gobernado por el PSOE, están hechas unos harapos, especialmente la andaluza y la española. Espero que no sea signo inequívoco de sus arcas". Si sólo fueran las banderas de Castilleja de Guzmán... No sé qué será peor: si no poner las banderas, como hacen los ayuntamientos vascongados gobernados por los asesinos etarras que llegaron a las instituciones por culpa de Zapatero, o los ayuntamientos separatistas catalanes, o izarlas como las tenemos en muchos lugares de Sevilla.

Este lector cita el caso de las banderas del Ayuntamiento de Castilleja de Guzmán, pero yo podía citarle cómo han estado hasta hace poco las banderas de la puerta de Traumatología en el Virgen del Rocío: de pena, descoloridas, deshilachadas, hechas literalmente unos zorros. Y se ve por ahí cada bandera con más mierda que el palo de un gallinero.

-- ¡Qué de tiempo hacía que no oía lo del palo de un gallinero, Burgos...!

Ea, pues ya lo ha oído usted, y gratis, por el mismo precio del ABC, sin pagar IVA de nostalgia: Impuesto sobre la Vista Atrás, IVA. No les damos a las banderas todo el esplendor que su honor merece. Y eso que últimamente ha puesto el Ayuntamiento esas grandes banderas de España que da alegría verlas en la Glorieta Olímpica o frente a Los Arcos. Esas grandes banderas de España sedosas, que se mueven en el aire como en un oleaje de patriotismo. Como caídas de palio, con compás y arte. Pero son la excepción. En lo más alto del edificio central del SAS en la Avenida, esquina a Sánchez Bedoya, hay unas banderas que, como allí sopla tanto viento (camino de Matacanónigos seguramente), siempre están enrolladas en su mástil, no desplegadas. Nadie se toma el trabajo de subir y ponerlas como Dios y la Patria mandan.

¿Y lo de los tres mástiles en los balcones? ¿Por qué tres mástiles y tres banderas, tres, como los tres banderilleros en el redondel que recitaba Gabriela Ortega con los versos de Benítez Carrasco, el poeta que tiene en Sevilla una avenida siete mil veces mejor que Luis Cernuda? Tengo mi teoría de esto de los tres mástiles, y la confirmo cuando paso por la calle Castelar y los veo en el balcón de la Delegación de Cultura de la Junta. En esa misma casa estaba cuando Franco la Jefatura Provincial del Movimiento. De la Falange, vamos. Y en los tres mástiles de su balcón ondeaban las que entonces eran las tres banderas oficiales: la de España (por cierto que sin águila de San Juan ni nada), la rojinegra de Falange y la blanca con la Cruz de Borgoña de la Comunión Tradicionalista. ¿Qué pasó con las banderas y los mástiles de los balcones al feliz advenimiento de la democracia traída por S.M. El Rey? Pues que como en los balcones había tres mástiles, había que aprovecharlos e inventarse tres banderas. Y en vez de España, la Falange y el Requeté, se pusieron las banderas de España, de Andalucía y de la Humanidad, digo, de Europa. O la de la propia institución: caso del inventado y falso pendón carmesí en el balcón del Ayuntamiento, caso de la provincial bandera verde en el balcón de la Diputación.

Banderas que ya no se izan al amanecer y se arrían al atardecer, como antaño. Y como siguen haciendo en los siempre muy patrióticos Estados Unidos, donde las arría una célula fotoeléctrica y un motor. Banderas que consideran, qué se yo, como un elemento decorativo de la fachada, no un símbolo de la Patria. Y a veces, la bandera está sucia y negra de los humos de los coches como el cisco picón, como ocurría con la del cuartel del Ingenieros en La Borbolla. Tanto es así, que un día le dije a Agustín Muñoz Grande, a la sazón capitán general de Sevilla:

-- Mi general, ten en cuenta que uno de los honores debidos a la Bandera, aunque no lo digan las Ordenanzas, es el de meterla en la lavadora de vez en cuando...

O ir al Siglo Sevillano a comprar una nueva, para no tenerla hecha unos zorros o una aljofifa de pita.

 

 

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