ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


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ABC,  8 de febrero de 2014
                                
 
34.500 sillas
 
 Disfruto leyendo al profesor Genaro Chic, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla. Sus frases incitan siempre a la funesta manía de pensar, ejercicio muy saludable en esta España de pensamiento único e ideología dominante de lo políticamente correcto. Tiene frases geniales don Genaro. Por ejemplo: "A Franco deberían haberle dado el Nobel de Física: descubrió la inmovilidad del Movimiento". Ahora ha puesto en su blog una meditación sobre "Ciudades hospitalarias frente a ciudades abiertas" que viene divinamente cuando Cádiz comienza a celebrar su fiesta grande y Sevilla se prepara para las suyas. Dice don Genaro: "Cuando yo tenía que explicar a mis alumnos cuál es la diferencia entre una comunidad abierta y otra hospitalaria, les comparaba dos ciudades vecinas como son Cádiz y Sevilla. En la primera la fiesta por excelencia son los Carnavales, que se celebran en la calle, sin recintos reservados ni vedados a la generalidad del pueblo. En cambio lo propio de Sevilla es la Feria, donde la gente que tiene acceso a ellas se divierte en más de un millar de "casetas", recintos que --salvo los que organizan los partidos políticos como forma de propaganda o algunos distritos municipales (no más de una decena)-- encuentran protegida su entrada con guardias de seguridad que impiden el acceso a quien no sea socio o pueda acreditar que es un invitado."

¿A que ya están dándole ustedes a la máquina de pensar? Yo le he dado. No todo es así, aunque bien es cierto que Sevilla tiene fama de "ciudad cerrada" y Cádiz, como la Roma de Rossellini, de "ciudad abierta". En Cádiz el Carnaval es abierto en la calle, mas para entrar en el Teatro Falla en estos días hay que ser de los elegidos. Y la gran fiesta de Sevilla, y siento disentir con el profesor, no es la Feria, sino la Semana Santa. Que es verdaderamente la fiesta de una ciudad abierta y hospitalaria, frente al tópico de una Sevilla cerrada. La Semana Santa es el paradigma de todo lo que tiene éxito en Sevilla: de balde, en la calle y con tambores y cornetas. Tú puedes estar en el mejor sitio, en la primera fila de barrera de la Semana Santa, vamos, sin pagar un duro y sin ser socio: si te vas tempranito a la salida del Silencio, puedesd escuchar la secreta saeta a la Cruz de guía al lado mismo de ella.

Pero existen, ay, ámbitos cerrados, y cada vez más cerrados, en la Semana Santa para ver las cofradías. Por ejemplo, la carrera oficial. Es más fácil entrar de gañote en una caseta particular en la Feria que acceder a la carrera oficial sin abono en la Semana Santa. En la Feria te pueden convidar a una caseta; en Semana Santa, usted no puede invitar a nadie a silla en su abono de La Campana, salvo que no vaya usted y le ceda el asiento. ¿Y entrar en la carrera oficial? Antes se podía entrar en Sierpes, y en la Avenida, cuando no estaba vallada. Con tantas vallas, en la carrera oficial y fuera de ella, la Semana Santa se ha vuelto tan cerrada como las casetas más clasistas de la Feria. Antes entras de gorra en Pineda o en el Aero en Feria que sin cartulina del abono a la Avenida en Semana Santa. ¿Fiesta abierta la Semana Santa? Sólo fuera de la carrera oficial. En la Carrera hay 34.500 sillas, según ha informado el Consejo de Cofradías. Sillas que son para sólo 34.500 privilegiados, en una Sevilla de 700.000 habitantes. Para exclusivo disfrute de estos 34.500 privilegiados se cierra, veda y valla una parte de la ciudad, para ellos solos, y que les vayan dando a los que no tienen abono. O a los que tienen sus tiendas en ese recinto acotado para que el Consejo haga su negocio. Y sin que el Consejo indemnice a los comerciantes a cuyos establecimientos no se puede entrar a partir de las 4 de la tarde durante toda la semana, mientras que siguen teniendo que pagar sueldos e impuestos. Yo pido aquí al Consejo que ya que trinca la tela, que indemnice a estos comerciantes por el lucro cesante de las tardes de cofradías en que no pueden vender nada, pues su comercio está tras las vallas. ¿Verdad, amigos de Maquedano, de Bolsos Casal, de Librería San Pablo, de Joyería Ruiz, de Relojería Sanchís o de Calzados Catedral y de Pilar Burgos, hermanas zapateras?

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