-- Pues prácticamente en Segunda, Majestad...

Y junto al escudo de su nobleza, Sevilla tiene las armas chicas, especie de jeroglífico de Ocón de Oro: el NO8DO. Sevilla también tiene sus títulos, y le gusta presumir de ellos más que ronear de Maestranza y de Calatrava, Alcántara, Santiago y Montesa a los de las órdenes nobiliarias raritas que van de mamarracho y oro en el Santo Entierro. Incluso los pone en la filacteria de su escudo: "Muy Noble, Muy Leal, Muy Heroica, Invicta y Mariana Ciudad de Sevilla". Y al modo del escudo y las armas chicas, junto a los títulos grandes también tiene los títulos chicos y apócrifos: "Muy Cobardona, Falsa, Capillitona y Difícil Ciudad de Sevilla".

A esos títulos de la ciudad real que hemos de padecer le falta uno. Igual que Antonio Filpo Rojas desde la Hermandad de San Bernardo consiguió que se le añadiera a Sevilla el título de "Mariana Ciudad", yo propongo que agreguen el de "Muy Guarra". Y a modo de petición razonada, diré por qué. Con dos casos vividos por servidor en los pasados días del gozo, aunque se podrían citar miles.

Primer argumento. Jueves Santo. 5 de la tarde. Las Cigarreras vienen por el camino cofradiero más feo del muuuuuundo: por el Paseo Colón. Hace tela de calor. Unos hermanos de paisano vierten botellas de agua mineral sobre el asfalto recalentado, para que los penitentes no se quemen los pies descalzos cual bañistas domingueros camino de la orilla por la ardiente arena seca de Matalascañas. El 112 de la priostía está arreglando un problema de sustentación de la maravillosa Virgen de la Victoria en su histórico palio de cajón, que a mí me parece que siempre lo va presidiendo Don Alfonso XIII y que Doña Victoria Eugenia lo espera de mantilla en los palcos. Tras el palio, a unos 100 metros, viene el tercer paso de la cofradía. Las Cigarreras, como todas las cofradías, llevaba este año un tercer paso. Ese tercer paso es la amarilla máquina barredora de Lipasam. Los sevillanos somos tan guarros que detrás de cada cofradía tiene que ir una máquina y un tramo entero de barrenderos para quitar toda la mierda y la porquería que tiramos al suelo. ¿Cómo se puede dejar el suelo así de guarro viendo una cofradía? Pues lo dejan como El Salvador tras las botellonas de los viernes...

Segundo argumento para llamar "Muy Guarra" a la Ciudad e Sevilla. Lunes Santo. Calle San Miguel. Esperando la salida de Santa Marta para verla de pitón a rabo, de cruz a preste, como merece su cortejo. Aceras repletas. Sillitas de los chinos a peluz. A nuestro lado, una pandi de chavales. No canis: chaquetitas azules y corbatas. Comen pipas mientras esperan que llegue la Cruz de guía. Están desaforada, ansiosamente comiendo pipas. Escupen las cáscaras al suelo, naturalmente. Les importa un bledo que cuando lleguen los penitentes se las claven en los pies descalzos. Acaban con un paquete. Tiran el plástico al suelo. Y empiezan otro. Y más cáscaras. Esto tiene cáscara. Porque los chavales están ante la cerrada cancela de un local vacío, con el letrero de "Se vende, se alquila... o lo que sea". Y pienso que el dueño de ese local vacío, tras el tarifazo de Zoido, tiene que pagar ahora la tasa de recogida de basura. ¿De qué basura? ¿De la que no deja el local, porque está vacío y no hay quien se lo alquile? No, de la basura de las pipas de estos sevillanitos guarros que parecían tan pijoflautas. De la basura que tiene que recoger por toda la Guarra Sevilla tras cada cofradía el tercer paso de Lipasam. Y si quieren, nos metemos en la Carrera Oficial cuando pase la última y levanten las sillas, y verán ustedes cómo vivimos en la Muy Guarra Ciudad de Sevilla. Guarrísima.

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