Como a tantos sevillanos de esta banda del río, aunque seamos nacidos en la parte más trianera, cual el barrio del Arenal, siempre me han inquietado las cuestiones del Arrabal y Guarda. Que lo del Arrabal está claro. Y lo de guarda sé yo por qué es: por los trianeros hondos y cabales que lo guardan, depositarios del tarro de las esencias del barrio, y que se llaman Aurelio Verde, o Emilio Jiménez Díaz, o Ángel Vela Nieto, o Manuel Melado Prado, o Manolo Garrido, el autor de las "Sevillanas del Adiós" para el que, con tiempo por delante, vuelvo a pedir, como la han solicitado con resultado de calabazas por parte de la ciudad amada, la Medalla de Sevilla. Los que he citado, más otros que se me quedan en el tintero, como Paco Arcas o como los anónimos mantenedores del espíritu de la Velá son la Guarda del Arrabal y Guarda.
Y entre las cosas de Triana que nos inquietan a los sevillanos, el nombre de la calle Evangelista. Donde, por cierto y con permiso de Almonte y de Villamanrique está el mejor cahiz de tierra rociera del mundo: así es Triana, sí, sí... ¿Por qué Triana le tiene dedicada una calle al Evangelista, así en singular, sin decir cuál de los cuatro, como si fuera al Evangelista Desconocido, en plan tumba del Soldado Desconocido? ¿Quiso quedar bien con los cuatro evangelistas a la vez con esta manera de no señalar a ninguno? Dicen que el nombre de la calle es por San Juan, el del Evangelio de mayor belleza literaria. No creo que los trianeros le hicieran este feo a San Marcos, a San Mateo y especialmente a San Lucas. Se ha demostrado que el famoso toro de San Lucas no era un toro de La Quinta, sino uno de los bueyes de Ignacio Sánchez Ibargüen que tiran de las carretas, como de esa vacía y blanca carreta de luto que este año llevó impresionantemente hasta la marisma el dolor de viudez de un caballero garrochista andaluz.
Eusebio León me ha descubierto la razón de la calle Evangelista. Suscribo su tesis de que Sevilla tiene un evangelista particular. ¿No etiquetó Joseph Peyré la Semana Santa como "la Pasión según Sevilla" y todo el mundo lo copia sin citarlo? Pues así dice Eusebio León que existe el Evangelio de Sevilla según San Tiago Montoto. La calle Evangelista de Triana creo que está dedicada a él. Pues leyó el otro día Eusebio el artículo donde citaba la frase de don Santiago Montoto que condensa el chaleco salvavidas necesario para navegar por la Ciudad de la Guasa sin que te lleve la marea:
"En Sevilla hay que tener paciencia y prudencia, verbal continencia; no exhibir excesiva ciencia, y presencia y ausencia según conveniencia".
Y me lo comentó con una frase no sé si sevillanísima o trianerísima, o ambas cosas a la vez:
-- ¡Eso es el evangelio! El evangelio según San Tiago Montoto.
-- Gloria a ti, señor León, que lo has descubierto.
Porque vi la otra noche que no sólo como el Evangelio según San Tiago Montoto, sino que muchos sevillanos toman esa cita como las tablas de la ley, tablas de salvación frente a la guasa de Sevilla. Andaban comentándola, y una sevillana le decía a su marido:
-- Tú debes tener mucho cuidado, porque de "paciencia y prudencia" andas más bien cortito...
-- ¡Pues anda que tú de "verbal continencia"...!
Hay que recortar esa frase, plastificarla y llevarla en la cartera. Y en los ratos libres, hacer examen de conciencia sobre su cumplimiento, si no queremos que nos lleve la marea de esta puñetera y jodida ciudad. Y que conste que digo todo esto con mis precauciones, ¿eh?, no vayamos a tenerla. Lo digo armándome de paciencia, y con mucha prudencia, ajustándome a la verbal continencia de la medida exacta de este espacio, tratando de no exhibir excesiva ciencia y con presencia según convenencia, por lo que ahora mismito cojo la puerta de la ausencia. ¡Muchas gracias y con Dios!
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