Y gracias a ese apalancamiento de Gallardón descubrimos esta vergüenza nacional de la existencia de los Consejos Consultivos de las autonomías. ¡Qué calladitos se los tenían! Resulta que cada autonomía, por si no tirara suficiente dinero, tiene estas como reservas de Doñana, donde cuidan como linces en trance de extinción a los cesantes ilustres, una especie de Consejo de Estado de la Señorita Pepis. Uno no: diecisiete. ¿Y sabe usted cuánto nos cuestan estos cementerios de elefantes al año? Pues también se supo tras el pajarazo de Rajoy y el trueque de dignidad por sueldo de Gallardón. Junto con los inútiles Defensores autonómicos del Pueblo, estos Consejos Consultivos nos cuestan al año 60 millones de euros.

Y venturosamente por aquellas horas llegó Cristóbal Montoro al Congreso de los Diputados con los Presupuestos Generales del Estado para 2015. Pudimos saber así que la Casa de Su Majestad el Rey, todo incluido, "full credit", nos cuesta al año 7,78 millones de euros. Soy de Letras y me hago con la calculadora los mismos líos que Montoro con la tableta de los presupuestos, pero echen ustedes mismos las cuentas: ¿cuántas Casas del Rey pueden sostenerse con lo que nos gastamos en mamelas de cesantes en los Consejos Consultivos? Y luego dicen que la Monarquía nos sale muy cara. ¡La que nos sale cara es la cara de todos estos jetas que se pasan la vida entera succionando de la mamandurria pública!

Porque, hablando de caras, le apliqué el mismo criterio de la Casa Real como unidad de medida de la austeridad en el gasto público a los jetas de la tarjeta de Caja Madrid. Los 86 caras de la tarjeta por la cara de Caja Madrid se han gastado ellos solitos dos años de presupuesto de la Casa Real. Echen las cuentas: 15,5 millones han mangado o trincado los gachós, ora en especie, ora en crudo. Y del mismo modo que los otros jetas de los Consejos Consultivos, cuando ya se habían ido del cargo e incluso la Caja había pegado el barquinazo. Y los había de todos los colores, ¿eh? Un surtidito de prendas. Menudos prendas. Prendas del PP, del PSOE,de UGT, de Comisiones. La mangoleta, como la muerte, nos iguala a todos. (Bueno, a los públicos trincones más que a nosotros, claro). Ante la menor posibilidad de meter la cuchara en el perol no hay distingos entre izquierdas y derechas, entre patronal y sindicatos.

Por todo lo cual, como en su día el "pellón" para el Despilfarro del 92, estoy por inventar esa unidad monetaria que he dicho: la Casa Real como medida de austeridad en el gasto público. El Real Felipense, podríamos llamarlo, en honor de S.M. Don Felipe VI, como en su tiempo hablamos del "real a a ocho" o del "real de vellón". Un Real Felipense son 7,7 millones de euros. Tómenlo como vara de platino para medir despilfarros y corrupciones, y vayan metiéndole el lápiz a la vergüenza nacional: ¿cuantos reales felipenses han mangado en los ERE? ¿De cuántos reales felipenses estamos hablando al recordar la Gürtel? ¿Cuántos reales felipenses mangó Bárcenas y cuántos repartió a la genovesa? ¿Cuántos reales felipenses de mangazos gordos lleva descubiertos ella solita la jueza Alaya? ¿Cuántos se llevaron los trampanpantojos de Marbella? Y luego dicen que el pescado es caro... Y luego dicen de la Monarquía que si patatín y que si patatán. ¡Pero si en esta España de mangantes y jetas el Rey es el único que está más pegado que un sello de los nuevos que llevan su egregia cara!

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