Igual que en un momento dado se llenó España de juancarlistas procedentes de los más insólitos rincones ideológicos, especialmente republicanos, me extraña que hasta el momento nadie se haya declarado leonorista. Esto es, partidario de S.A.R. La Princesa de Asturias, Doña Leonor de Borbón, que tiene nombre como de antepasada de sí misma, de una tía lejana de Don Juan de Borbón que vendiera sus joyas en Sotheby´s cuando aquel tarambana de marido con el que se casó la dejó completamente pegada a la pared de un chalecito discreto de Ginebra donde murió, fallecimiento que obviamente (como dicen los tertulianos) sólo vino en el ABC.
Aparte de monárquico por razones estéticas, soy leonorista por motivos generacionales. Por parte de nieta. La Princesa de Asturias es coetánea de mi nieta; algunos meses menor que ella, que cuando vivía en Madrid fue alumna de su mismo colegio, de Santa María de los Rosales. Cuando nuestro Rey Don Felipe VI era joven, hablaban de "la generación del Príncipe", ¿no? Pues yo ahora me adelanto, si seré precursor que soy el primero en empezar a hablar, por parte de nieta, de "la generación de la Princesa de Asturias".
Y si las expuestas fueran pocas razones para ser leonorista, Su Alteza me acabó de cautivar la otra mañana cuando en la salita de casa asistía a la maravillosa Convidá a Patria que nos ofrecía TVE. A la que si yo fuera tertuliano le diría que tiene que hacérselo mirar, esto de dar desfiles, y banderas de España, y honores a los Caídos por la Patria, y Familias Reales enteras, ¿qué van a decir los progres, señores de Torrespaña? Porque yo creo que a ustedes lo que les pediría el cuerpo sería cambiarle el nombre a la sede, y ponerle TorrestadoEspañol en vez de Torrespaña. Pero vamos a lo que vamos. El Día de La Fiesta Nacional fue un maravilloso espectáculo de ternura poder ver a la Princesa de Asturias, que aún no ha cumplido los 9 años, en la tribuna del desfile como lo que es: como una Señora. Disfrutando lo que para otros que no andaban tan lejos de allí es "el coñazo del desfile". Ponga usted a una niña de 9 años en una cosa así, aunque sea junto a su hermana, y verán lo que dura sin pedir chuches, sin lo de "mamá, caca", sin levantarse para corretear, sin despeinarse ni tirarse al suelo, cansada la pobre... Dinastía se llama la figura. Parecía que Doña Leonor y Doña Sofía no hubiesen hecho en su corta vida otra cosa que asistir a desfiles. ¿Y lo derechitas y quietas y serias que estaban cuando sonaba esa Marcha Real que muchos que viven del presupuesto escuchan de cualquier manera?
Y al final, pero no lo último, Paco. A la Princesa le encantó Paco. Paco es otro al que le pasa lo mismo que a ella, pero de otro reino: del reino animal. Otro que ha sido educado desde pequeñito para que cumpla perfectamente con su papel. Paco es el carnero de la Legión que desfiló por Madrid como lo que es: como una estrella, con su gualdrapa con las armas legionarias y su honroso chapiri con el barbuquejo calado en el mentón ovino. Dicen que la cabra tira al monte, ¿no? Serán las cabras locas. Los caballerosos carneros de la Legión tiran donde tienen que tirar: Recoletos adelante, como gastadores de la escuadra de su Tercio que son, a las órdenes de su cabo, marcando los reglamentarios 160 pasos por minuto. A la Princesa lo que más le gustó del desfile fue Paco, lo más Walt Disney de las Fuerzas Armadas. Pero le sorprendió lo ligero que iba. Y allí vino la deliciosa candidez infantil. Al ver llegar a los novios de la muerte, los héroes de la Patria, los de las guerras africanas y las misiones internacionales, preguntó la Princesa a la Reina: "Mama, ¿por qué corren tanto estos señores de verde?". Óooooole. "Señores". Señores de verde legionario. Anda que no tiene madera ni nada Doña Leonor. Ya sabe que esos de verde son unos señores: los caballeros legionarios de España. Yo que ellos, le llevaba a Paco a La Zarzuela una tarde que no haya cole en Los Rosales, para que pueda acariciarlo.
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