ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla,  28 de noviembre de 2014                 
                                
 
Añoranza de Pascuas

 

Como San Agustín decía aquello de "matayotes matayotetos kai panta matayotes" que estudiamos en el Griego de 5º de Bachillerato, en Sevilla podíamos poner ahora un letrero que dijera: "Gourmés de gurmés y todo gurmés". Tenemos en lo alto una crisis completamente gurmé. Cuánto gurmé, Maribé. No sé si al Barranco lo han puesto como la azotea del Cortinglés del Duque o si a los altos del Cortinglés del Duque los han puesto como al Barranco. Y después que Carrefour se pusiera las pilas (que se dice en tertulianés) y le diera un importante lavado de cara a sus híperes y los pusiera gurmés totales, va Alcampo y recicla lo suyo del final de la Ronda del Tamarguillo y pone aquello que da gloria verlo de... -

--¡De gurmé!

Exacto. ¿Será por gurmés? Cómo será la cosa, que en Alcampo hasta han puesto un plasma para dar la vez en la charcutería, en la maravillosa charcutería.

-- Charcutería gurmé con chopepó gurmé y mortadela gurmé de aceitunas gurmés, supongo.

Obviamente. Todo gurmé. Completamente gurmé.

-- Jefe: vaya cachondeíto sevillano clásico que se trae usted hoy con los gurmés del por-aquí-te-quiero-vé...

Pues espere, porque ahora pasamos de la nieve al trigo: de la guasa a la congoja. Porque estoy esperando la vez en la charcutería de Alcampo para pedir el Ferrarini y la mortadela de pavo (con música de "Cantinero de Cuba": "mortadela de pavo, ¡pavo, pavo, pavo!") cuando por los altavoces están ya proclamadas las Pascuas de Navidad. La megafonía canta con Raya Real que tarantán cuando daba la una para ver al Niño en la cuna hubo pastor que rompió diez pares de panderetas. Y luego, ay, suenan los campanilleros. Los de Bormujos. Los de la Plaza de Castilleja. Los inmortales. Los tristes, tristísimos campanilleros de la Navidad. Y entre tanto gurmé y tanta asepsia de la vez dada por un televisor, salta esa tristeza antigua: en el Arco de la Macarena la rueda de un carro a un niño pilló. Y le comento a la Jefa:

-- ¡Qué cosa más triste esta letra de campanilleros!

Y Sevilla, por boca de una vieja macarena que a mi lado aguarda la vez, oye lo que he dicho, pega la hebra y me comenta:

-- Diga usted que sí, que a mí de chica no se puede usted imaginar lo triste que me ponían los campanilleros cuando cantaban esto de que su madre triste y afligida un escapulario del Carmen le echó. Porque yo soy de allí, ¿sabe usted?. Macarena por los cuatro costados, de un corral de la calle Parras. Nosotros vivíamos en la casa de al lado de la Marta, de Marta Serrano, que no vea usted lo bonito que colgaba su balcón cuando pasaba la Esperanza y le cantaba una saeta allí, y luego otra a lo mejor en el balcón de Don Moisés. ¡Cómo nos gustaban a las chiquillas las Pascuas! Y cogíamos una botella de aguardiente y un tenedor para hacer el son, y nos íbamos a cantar los campanilleros por toda la calle. Y aunque son unas fiestas tristes, nosotras bien que nos divertíamos, ya ve usted, mocitas como éramos...

Y otra boca de la verdad de Sevilla, otra señora que también aguarda la vez, entra en esta conversación de hebra pegada que antier vas a encontrar en la leche que mamé de los gurmés:

-- Pues lo que le está usted contando a este señor era lo mismo que hacíamos nosotras en el Cortijo Maestrescuela, donde vivía yo. Y lo más bonito es que nos conocíamos todos, y aunque estas fiestas son muy tristes, nos poníamos la mar de contentos, con el aguardiente y con los polvorones, y la que hacía pestiños, los pasaba a todos los vecinos. Pero, hija, desde que nos mudamos a los pisos, ya no conocemos a nadie del bloque, y se muere el del tercero y ni te enteras, y en las Pascuas, cada uno metido en lo suyo. No nos falta de nada, desde luego, tenemos de todo gracias a Dios... Pero nos falta aquella alegría, y por eso será que yo por estas fiestas me pongo siempre tan triste...

Pillado ya el niño por la rueda de un carro y echado el escapulario de la Virgen del Carmen, la megafonía de Alcampo sigue proclamando que tarantán cuando dan las seis hay veces que te encuentras a Sevilla y Sevilla te cuenta sus añoranzas...

 

                     

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