ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC , 3 de enero de 2015                 
                                
 
Forbes de los tiesos

 

Hay dos instituciones que se dedican a coleccionar chorradas: el Libro Guinness de los Récords y la revista Forbes. El Libro de los Récords es culpable de que la gente haga las mayores carajotadas. Cómo será lo del Guinness que hasta la Catedral de Sevilla está en ese libro e incluso tiene un diploma, que exponen o exponían en un atril iluminado...

-- ¿Y por qué está la Catedral en el Libro de los Récords?

¿Por qué va a ser? Porque es la Catedral de Sevilla más Catedral de Sevilla que hay en el mundo, que ha podido incluso con su pabellonización cuando la Expo del 92 y luego ha vencido a la museificación laicista que le endiñó el calonge Paco Navarro y a su conversión en un parque temático turístico con barreras, muchas barreras, que son pasos a nivel con guarda: señoritas azafatas y señores de seguridad que no te dejan pasar a rezar a la Virgen de la Antigua o que desde la Puerta de los Palos te conducen directamente como en mangá para el embarque del ganao, pero sin levantar polvarea, a la Capilla Real sin más remedio.

Hablando de la Catedral, hay quienes construyen una Giralda en miniatura con palillos de dientes, sólo por salir en el Guinness. O quienes para batir una marca absurda se meten bajo el agua en Chipiona, en auto-ajogaílla, para ver cuántos minutos aguantan sin respirar, intento en el que ya la han palmado cuatro o cinco gilipollas que querían entrar en el Libro Guinness haciendo el carajote submarino.

¿Y Forbes? ¿Y las listas de la revista Forbes, dónde me las dejan? Unas listas que no tienen el menor interés: las de los más ricos del mundo, o de España, o de donde se tercie. Listas donde siempre salen los mismos: que si Bill Gates, que si la Reina de Inglaterra, que si el dueño de Zara, que si la Duquesa de Alba que en paz descanse en su iglesia de Los Gitanos... A las listas de los más ricos de Forbes les pasa como a la de los mayores terratenientes que publicó Pascual Carrión en 1932 en su libro "Los latifundios en España". Nadie revisó esa lista luego, y nadie sabe que el mayor latifundista de la España de hoy no es ningún duque, sino que aseguran que el ganadero Samuel Flores. He presenciado cómo a un grande de España, de una de las casas nobiliarias citadas por Carrión, le comentaban los pedazos de latifundios de su familia. A lo que respondió con nostalgia:

-- Ojalá, hijo, ojalá tuviéramos todavía esas tierras...

En las listas modelo Forbes que se publican con motivo del Año Nuevo leo nombres de muchos que ojalá estuvieran entre los 100 más ricos de España y no entre los que más deben, que es una cosa muy distinta. Por eso propongo que Forbes haga un número especial sobre "Los 100 tíos más tiesos de Sevilla". Tendría un ver. Y les aventuro una cosa: los más tiesos no son mileuristas que se ganan honradamente un sueldo con el que no pueden llegar a fin de mes. Los más tiesos de Sevilla, ciudad de las falsedades, quizá sean los que más riqueza aparentan y debiendo hasta de callarse y estando al borde de la suspensión de pagos enganchan en Feria, tienen balcón propio en Semana Santa (con saeteros en plantilla), primera fila de barrera donde los capotes, casa en Vistahermosa y yate (comprado al yate-veré...) No busquen a los más tiesos en el Polígono o en La Barzola. Búsquenlos más bien en el Aero o en Pineda. O por República Argentina. Tiesos de cinco estrellas gran lujo, que frente al "esplendor de gloria de otros días" están ahora boquerones, como los hidalgos de la novela picaresca que se echaban migas en la barba para que creyeran que se habían hartado, cuando estaban caninos. Pero, eso si, cuando uno de los 100 Más Tiesos de Sevilla te ve, hace como que si no te conociera: no te saluda, te mira por encima del hombro con cara de huelemierda y te perdona la vida. Cuando los que verdaderamente están en el taco no son ya ellos. Son los cien montaditos: los cien montaditos en dólar de Sevilla. Que no los conoce nadie y que sí que de verdad están en el taco porque se han hartado de trabajar en vez de estar pintando la mona todo el santo día, ejerciendo su impopular papel de señoritos. Pijos señoritos tiesos que pasan por símbolo de la derecha. En realidad, mierdas engominadas.

                     

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