ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 1 de abril de 2015                 
                                
 

2015: Don Felipe VI en el palquillo de La Campana; 1930: Don Alfonso XIII en los palcos de la Plaza (Fotos Serrano III y Serrano I, para ABC)

Capirote V.E.R.D.E.

Me lo cuenta don Guillermo García Morillo, y como no me pide ni sigilo ni derechos de autor, lo pongo tal como me lo manda. Estaba este lector en La Campana en la tarde del Lunes Santo viendo las cofradías, cuando Don Felipe VI apareció por el palquillo del Consejo, del mismo modo que su augusto bisabuelo Don Alfonso XIII llegó en 1930 a los palcos del Ayuntamiento en la Plaza de San Francisco.

La Hermandad del Beso de Judas ya había pasado con su primer paso, el del Cristo de la Redención, y al llegar al palquillo el palio lo pararon, como es costumbre, en honor del Consejo de Cofradías. Y más en este caso, pues estaba endiquelando la entrada en La Campana de la cofradía de la Virgen del Rocío nada menos que el Rey de España. Antes se había escuchado la saeta amorcillada de Manuel Cuevas. Digo amorcillada porque a la letra clásica de su cante dirigido a la Virgen Dolorosa del Rocío le metió el saetero de Osuna una morcilla a propósito, como los buenos actores en el teatro : "Y a Ti te viene a ver hasta el mismo Rey de España". La Campana estalló en aplausos a la Virgen y al Rey, ¿cómo les diría yo? Como aplauden a ambas cosas en un congreso de Podemos o de ERC. Una cosa así. Aproximadamente. ¡Por las que hilan!

Y tras la saeta, y teniendo la cofradía que seguir hacia la Catedral, invitan a Su Majestad a sea él quien toque el llamador para la levantá del palio. Se acerca Don Felipe a la delantera del paso. El capataz Carlos Yruela le nuestra el llamador. Y se dirige a su cuadrilla de costaleros antes de ordenar la levantá:

--- ¡Qué orgullo y qué satisfacción que toque este martillo de la Virgen del Rocío Su Majestad El Rey!

Y tras los faldones, debajo de las trabajaderas, se oye el grito de un costalero:

--- ¡Viva España!

Ya digo: todo exactamente igual que cuando entra el Rey en la tribuna del Nou Camp. Por los co...staleros. Y es que en esta ciudad hay memoria de las cosas. Cambiamos el nombre de la Virgen, Rocío por Victoria; el de la cofradía, La Redención por Las Cigarreras; y el del Rey, Felipe VI por Alfonso XIII, y es la misma historia. Como nos ha demostrado la comparación de la fotografía de Serrano III a Felipe VI en el palquillo con la que Serrano I le hizo a Alfonso XIII en los palcos. De los palcos al palquillo. Como es necesario que algo cambie para que todo siga igual, en esos años el epicentro social del escenario oficial de las cofradías pasó de los palcos de la Plaza de San Francisco a La Campana. Y el Rey de España, sabedor de que es necesario que algo cambie para que todo siga igual en la Corona como garantía de libertad y democracia en nuestra Patria, también pasó de los palcos al palquillo. El Rey siguió la tradición de su Casa: el acercamiento a las cofradías más populares. Don Felipe VI vio la del Tiro de Linea y la del Polígono de San Pablo, que no son precisamente dos cofradías pijas de Sotogrande. Y escuchó el "Viva España" de los costaleros de una cofradía de barrio. Don Alfonso XIII no presidio las cofradía nobiliaria de La Quinta Angustia, que es como la Real Maestranza de Caballería con túnica de penitencia, no. Saliendo el mismo día, presidió la hermandad de Las Cigarreras. De las mujeres que se eslomaban trabajando en la Fábrica de Tabacos. La cofradía de Carmen la Cigarrera y de las trianeras que pasaban cada amanecer el río en una falúa para ir al currelo y sacar adelante su casa en un corral de Triana.

Y como la ciudad escribe la Historia con la misma tinta de siempre, los capirotes que vio el Rey antes de tocar el martillo del palio que mandaba Yruela eran exactamente de la color de una devoción, el Rocío; de una virtud firme en Sevilla, de la Macarena a Triana, la Esperanza; y de un viejo grito que resonó en La Campana: V.E.R.D.E. El acrónimo de "¡Viva el Rey de España!". De todo lo cual se infiere que tengo la solución para la final de la Copa del Rey. Si no queremos que insulten al Rey ni que piten a la Marcha Real, esa final hay que jugarla en La Campana. Se quitan las sillas, se ponen las porterías, y listo... ¡V.E.R.D.E.!

 

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