ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 21 de mayo de 2015                 
                                
 

Que en Gloria esté

Den por escrito mi elogio fúnebre por el señor Manuel Molina. El de Lole y Manuel. Es más: voy a hacerlo en plan Ikea. Yo les doy las piezas y ustedes lo montan. Sevilla de últimos años del franquismo. Paco Lira en La Cuadra de la calle Santo Domingo. Están por allí los Perrates de Utrera. Allí actúa La Negra, que vino de Orán, que hace cantes moros y que es la madre de Lole. A base de yerbas marroquinas, Gualberto descubre el sitar. Gonzalo García Pelayo produce con el sello Gong discos de cantautores y de todo lo nuevo que se tercie. Máximo Moreno dibuja las portadas: El Bosco pasado por la Plaza de los Carros. Ricardo Pachón ya no es el hijo de don Francisco Pachón el de la Diputación, sino que Curro Pachón es el padre de Ricardo Pachón. Suscripción a "Triunfo" tras su cierre y compra de "Cuadernos para el Diálogo" en la librería de André Duval en Don Remondo: Montparnasse, pero a la sevillana. Y Gauche Divine en adobo. "La Ilustración Regional" en vez de Bocaccio. Carlos Cano viene en La Alsina desde Granada con su guitarra en una funda de lona escocesa. Estamos inventando el nuevo rock andaluz, la canción andaluza de autor. Benito Moreno le dice "Ra,ra,ra" al hincha escuchando el transistor en el Lope de Vega, y como Soto, Saborido y Acosta, los del 1.001, acaban de salir de Carabanchel, gritamos, a la catalana, "Libertad, amnistía y Estatuto de Autonomía". Y lo mismo que con Carlos Puebla y Los Tradicionales llegó el comandante y mandó parar, con las letras de Juan Manuel Flores llegaron Lole y Manuel y mandaron tapar el foso que había entre el cante y la contracultura del rock, sobre el que Paco Lira tendía aquel puente en La Cuadra, mientras Salvador Távora ensayaba quejíos con Alfonso Jiménez, que trabajaba con los americanos en la base de Morón, de donde traían los discos que escuchaba Silvio de rodillas ante el escudo del campo del Sevilla. Y como todo es de color y como ya ha anochecido en aquel "Nuevo Día", den, pues, por escrito el elogio de la mariposa blanca, y del romero en flor, y de los besos que se sueñan por el Callejón del Agua, y decídanse entre Sevilla y Triana aunque no sepan dónde elegir, mientras en la cinta de casé que tengo gastada de tanto escucharla siguen los seises haciéndole los coros: que tu mirá se me clava en los ojos como una espá.

Hecho el elogio de la obra de Manuel Molina, de la grandeza de su creación de ruptura, no de reforma, que ustedes habrán montado con la llave Allen de la nostalgia mucho mejor que yo escribirlo pudiera, vayamos a su muerte. Al impresionante testimonio de su médico, Celso Pareja Obregón: el que mejor canta fandangos muy malamente del mundo, pero con todo el arte de su familia en la sangre. Vayamos a la frase genial de Manuel Molina: "El dinero me importa un carajo, me gusta más la manteca colorá". Óle. Y hecho este debido elogio, me pregunto con todos los respetos: ¿qué le ha pasado a Manuel Molina? ¿Que se ha muerto o que ha cogido el Ave? Porque ayer abrí los interneses y me encontré con el adiós que le dedicaba Antonio Carmona, el de los Habichuela: "Tío Manuel Molina, te vamos a extrañar mucho. Tu música queda siempre aquí con nosotros. Buen viaje". Pero es que sigo y me encuentro con el adiós de Eva la Yerbabuena: "La tristeza invade el espíritu del flamenco por la pérdida de un gran e inigualable Manuel Molina. Que seas feliz allá donde viajes". ¿Pero éstos que son, Dios mío de mi alma? ¿Pésames o anuncios de Viajes Halcón? ¿Es que los gitanos y los flamencos, que siempre están jurando "por la Gloria de mi mare", también han caído en lo políticamente correcto del laicismo y al agnosticismo imperantes del "allá donde haya ido"? Me ponen de los nervios esos pésames del "donde quiera que esté" el difunto. ¿"Dónde quiera que esté"? ¿Pero esto qué es, un muerto o el carro de Manolo Escobar, joé? Así que siento ir a contracompás en este duelo según la moda agnóstica y laicista, donde parece que los difuntos cogen el Ave, pero yo pienso ahora en el Señor de la Salud de San Román y le pido al "Señor de los espacios infinitos" de la Triana de sus Tres Caídas y de su Expiración por Manuel Molina que en Gloria esté. Que Dios, o sea Undibé, lo tenga en su Gloria: no lo tengamos nosotros dando vueltas por ahí, de viaje, como si hubiera cogido un vuelo "low cost"...

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