Hay modas que vienen de Inglaterra, de Estados Unidos, de Italia. Pero a nosotros nos llegan a veces modas de sitios extrañísimos. Por ejemplo, de Grecia. De Grecia nos ha venido una moda que es la actualización de una vieja costumbre española: no pagar las deudas ni quemados. Aquí no tenemos necesidad de convocar referéndum alguno para no pagar. Hay viejos métodos, como el de la visión y el de la vuelta. La visión es pagar "al ya te veré":

-- Mira, ya te veré para pagarte lo que te debo, me pasaré por ahí.

Del método de la vuelta se quejaba un viejo cobrador, que iba por las tiendas de Sevilla con las facturas de un proveedor pendientes de pago. Y en todas partes le decían:

-- Hoy es mal día, apenas hemos hecho caja y no puedo pagarle. Dése usted una vueltecita otro día.

Y ya harto, exclamó sin poderse aguantar:

-- Yo soy el que más vueltecitas da por Sevilla. Todo el mundo me dice hoy que me dé una vueltecita. ¡Si no paro de dar vueltecitas!

En Grecia han inventado otra moda, que nuestros políticos de la izquierda y ultraizquierda han adoptado inmediatamente: la camisa blanca como uniforme del progre en el poder. No la guayabera de la gala antillana de Raúl Castro, ni el liquilique de García Márquez recibiendo el Nóbel, no: la camisa blanca sin corbata, con los faldones por fuera del pantalón, que es más progre y más de izquierda. Creen que son más progresistas por acudir con ese atuendo a los actos más solemnes, presidir así vestidos plenos municipales, tomas de posesión, reuniones donde todo el que no sea de Podemos, o de Queremos, o como quiera que se llame la marca blanca del ultraizquierdismo, claro, como es un facha, pues cuanto menos va de traje de chaqueta y corbata. Es, por ejemplo, lo que eché de menos en la boda de Maroto, casi tan famosa como las de Camacho: un tío del PP presumiendo de ser más progre que la leche que mamó, yendo en mangas de camisa y con los faldones por fuera. ¿Pues no que iban los muy fachas hasta de chaqué?

Dos visitas de buques extranjeros a sendas antiguas cabeceras de Departamento Marítimo, a Cádiz y al Ferrol, nos han deparado fotografías que son radiografías de la demagogia de la camisa blanca que se gastan los gachés que quieren ser más radicales y más de izquierda que nadie. Siguiendo el protocolo de todas las Marinas de Guerra, los comandantes de los buques arribadas han visitado a los alcaldes de cada uno de los dos puertos visitados. Iban los marinos con sus uniformes cuanto menos de media gala y fueron recibidos en los dos ayuntamientos por...¡alcaldes en mangas de camisa! O sea, no de alcaldes, sino de zarrapastrosos. Vestidos de mamarracho y oro con la etiqueta progresista de la camisa despechugada que se han inventado como uniforme de alcalde.

Claro que ambos lances me han recordado, a la inversa, otro que viví en la antigua Capitanía General de Sevilla. Nos invitó a un almuerzo oficial un anterior teniente general jefe de la Fuerza Terrestre, cuyo mando tiene su cabecera en la vieja Capitanía. Los convidados acudimos con nuestros trajes oscuros y nuestras corbatas. Y cuál no sería mi sorpresa cuando el teniente general y todo su Estado Mayor nos recibían en uniforme de camuflaje, de faena, de maniobra, el que llaman "de árido", como si anduviésemos en un campamento destacado en Afganistán y no en la Plaza de España. No me pude contener. Al jefe de protocolo de la casa, un caballero de Caballería con gran sentido del humor que me honra con su amistad, le dije:

-- ¡Hombre, habernos avisado de que ibais a estar en traje de faena, que entonces nosotros hubiéramos venido todos en chándal!

Chándal que será, me imagino, el bolivariano uniforme de invierno de estos alcaldes zarrapastrosos que reciben a los marinos extranjeros vestidos de mamarracho y oro.

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