ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla ,  19 de febrero  de 2016               
                             
 

Caseta de veladores en Casa Modesto, ocupando el espacio de los peatones en la calle Cano y Cueto, autorizada y cobrada por el Ayuntamiento de Sevilla

Casetas sin Feria

De entrada he de confesar que don Juan Espadas, el alcalde de la Muy Difícil y Cabrona Ciudad de Sevilla, me cae muy bien. Es un señor bastante señor, educado, simpático, amable, con ganas de agradar. Me recuerda a los políticos de la Transición, cuyas relaciones se basaban en el respeto y la tolerancia, por muy alejadas que estuvieran sus ideologías, y no como ahora, que los adversarios se consideran enemigos y no paran de llamarse "rojos" o "fachas" unos a otros. Espadas me hace recordar la Sevilla de la Transición donde, por ejemplo, Soledad Becerril daba unas copas en su casa del Patio de Banderas y allí estaban juntos y de charlita los camisas viejas del PCE, los liberales de Garrigues, los carlistas de Ignacio Yécora, los socialistas de Tierno o del grupo de la calle Capitán Vigueras, los andalucistas de Rojas Marcos, algún monárquico por libre y dos sindicalista de Comisiones. Y nadie trataba de aniquilar políticamente a nadie. Corroboro mi imagen de don Juan Espadas si les digo que yo he hablado más tiempo con el actual alcalde que con el anterior. Cada vez que me encontraba a Zoido manteníamos unas conversaciones larguíiiiisimas: de cuatro palabras él; yo, de seis. Siempre las mismas:

-- Dale recuerdos a Isabel.

-- Se los daré de tu parte.

Nunca hablé con Zoido nada de Sevilla, y eso que escribo todos los días sobre la ciudad. Pero una noche que me encontré con Espadas ante los camerinos del Teatro Lope de Vega, esperando ambos felicitar a Pasión Vega tras un recital, hablé con él bastante más que con Zoido durante todo su mandato. Y una de las cosas que me dijo fue algo que no ha cumplido: que iba, si no a acabar, sí a reducir sustancialmente los veladores contra los que como autonombrado Defensor del Peatón largo aquí fiesta cada lunes y cada martes. Como Espadas cumple esa costumbre de los políticos, que prometen una cosa y luego o bien no la hacen o hacen justamente la contraria, no fue excepción en veladorística materia. El titular del Observatorio de Veladores, don Julio Domínguez Arjona, que lo hace "gratis et amore" (o sea, sin trincar) lleva ya contabilizados 13.960 veladores en nuestra ciudad. Más que con Zoido. Veladores que del mismo modo que la inmisercorde exposición de la Misericordia el interior de la Catedral, profanan los más históricos y monumentales exteriores, de la Plaza Nueva a la de San Andrés.

Aunque haya incumplido su palabra, le considero, empero, un gran mérito al alcalde Espadas. A base de permitir jaimas de veladores, Espadas ha inventado la Caseta de Feria sin Feria. Como la Cruzcampo triunfa con su cerveza "sin" alcohol, Espadas lo hace con la Caseta de Feria "sin" Feria, en su política de expansión, proliferación y protección del velador hispalense. Si quieren saber qué es una Caseta de Feria sin Feria, vayan por ejemplo a la calle Cano y Cueto, y verán que bajo el histórico y legendario azulejo del Rey San Fernando, Casa Modesto, usurpando el papel del Tabernero del Régimen en la Plaza Nueva, ha plantificado toda una caseta de feria para los veladores. Sólo falta la megafonía para que en un rinconcito canten Los Caminantes unas sevillanas y bailen las mujeres de los socios. Sevilla se ha llenado no sólo de veladores, sino de jaimas en forma de casetas y casetones para que los clientes de los veladores estén calentitos en el invierno y fresquitos en el verano, ora los chorritos pulverizadores estivales, ora los infrarrojos contra estos fríos. Con esta Caseta de Feria, a efectos de los peatones Casa Modesto tiene errata: es Casa Molesto. Molesta a la vista y molesta al viandante. Pero inaugura una Ruta del Velador y la Caseta sin Feria que arranca allí y yendo por toda la Puertalacarne y la calle San José, pasa el Horno de las Doncellas y llega hasta Santa María la Blanca, en cuya plazoleta hay ya tantas casetas de veladores que aquello parece la calle Pascual Márquez, joé.

Sí, ya sé que los veladores dan muchos puestos de trabajo. Y mucho por saco a los peatones y a la imagen de Sevilla, mi respetado e incumplidor alcalde Espadas.

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