ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 18 de marzo  de 2016               
                             
 

Ya puestas las calles

Cuando alguien se levanta a las 6 de la mañana para enfundarse su ropa deportiva, calzarse sus zapatillas como aladas y echarse a correr por Sevilla, haciendo ejercicio para mantenerse en forma, siempre hay un flojo, de los que Carlos Herrera llama "camastrones", que le dice:

-- ¿Pero a esa hora están puestas ya las calles?

Pues yo no sé las calles de los madrugones de los deportistas aficionados que llegan corriendo hasta el Huevo de Colón como si fuera al lado de su casa, y que, tajelando, hasta se salen de Sevilla como se descuiden y cuando se dan cuenta ya están en Dos Hermanas. No hay para ellos lindes de términos municipales. Yo no sé esas calles de los corredores de los solitarios maratones del madrugón; pero cuando me han anunciado que ya están los niños correteando por la Rampla del Salvador; y que ya hay balcones colgados de damasco esperando la palma nueva del Domingo de Ramos para que les eche la rúbrica de los esponsales de la ciudad con la primavera; y que están fundidas casi todas las ceras de todas las candelerías de los palios; y que ya están los Crucificados clavados en el cajillo de los montes de sus pasos, esperando dulces Calvarios de claveles o de lirios; y que las sillas de Quidiello de toda la vida, las de enea, las que se empapochan cuando llueve y no hay quien se siente en ellas, ya están en La Campana... Cuando todo esto me anuncian, cuando, como en el Evangelio de la Misa del Gallo "et impleti sunt dies ut pareret", para que la ciudad dé a luz, a luz de primavera, a luz de cirios, a luz de hachones, a luz de candelerías, a luz de guardabrisas de candelabros de cola, el corazón y la memoria me dicen que, al modo que constatan los corredores de fondo en sus madrugones, a la hora que es y al día que estamos ya están puestas las calles de la memoria de la Semana Santa.

No me refiero a las calles de la carrera oficial o a la Cuesta del Bacalao; a esas obligadas Javier Lasso de la Vega u O´Donnell, agujas de navegar de las cofradías que llegan al palquillo de la venia desde los cuatro puntos cardinales de Sevilla. Me refiero a unas calles de las que me acordé cuando, cortando desde Bayona por General Castaño, iba la otra noche camino del Teatro de la Maestranza para desgustar, canela y clavo, el homenaje de Los Gitanos a un Faraón que tiene sangre de reyes calorrós en las palmas de las manos que cogían el capotito con las yemas de los dedos. Iba delante de mí, con paso apresurado, un joven matrimonio. Íbamos entrando desde la calle San Diego hacia General Castaños cuando él le dijo a ella:

-- Hay que ver que por estas calles nada más que pasa en Semana Santa yendo a ver las cofradías.

Pues ésas son, señores, las calles que ya están puestas. Nos esperan con la misma novelera impaciencia que nosotros al primer nazareno, que será esta tarde, junto a los verdes campos del Edén bético, esas túnicas blancas y azules del Cristo de La Misión, hechas a la medida exacta de los naranjos en flor del Sector Sur. Las calles del plano sentimental de la memoria, por las que, desde niños, sólo pasamos de año en año para ver las cofradías, de Domingo de Ramos a Domingo de Ramos, de Jueves Santo a Jueves Santo, ya están puestas. No tienen balcones colgados con damascos y luminarias. Por ellas no pasará ninguna cofradía. En todo caso, sentirán cerca los tambores y las cornetas. Pero a nosotros sí que nos están esperando, para seguir el montesinesco camino más corto que la memoria siempre elige para herirnos con la lanzada del tiempo. Ya está puesta la calle Techada para ir a ver salir la Carretería. Ya está puesta San Luis para no perderse el Domingo a La Hiniesta dejando su barrio de San Juliàn en la esquina del Espumarejo. Ya está puesta la calle Mendoza Ríos. Ya puestas García Ramos, y Sauceda, y Santas Patronas, y Cristóbal de Morales, y Evangelista, y Huelva, y Pérez Galdós, y Alonso el Sabio, y Canalejas, y San Pedro Mártir, y Relator, y Peris Mencheta... ¿Habrá algo más sevillano que una calle por donde no pasan cofradías pero que nosotros sí que recorremos, memoria a memoria, corazón a corazón, todos los años, a la misma hora, siempre el mismo día?

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