ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 2 de mayo  de 2016               
                             
 

Sevilla, Parque Temático con veladores

Ojalá me equivoque, pero tengo entendido que no le van muy bien las cuestiones económicas a Isla Mágica, el parque temático que valoran mucho más los portugueses que los sevillanos. Si va usted a Isla Mágica, cosa que suelo con el nieterío, comprobará que allí el portugués es lengua cooficial con el español. Por algo será. Algunos pueden pensar que Isla Mágica es como el "ninot indultat" de la Expo, lo único que queda de aquello en el mismo plan de pasárselo en grande. Ahora que se cumplen los 25 años de otras "fagamos una obra tal" del 92, cual la estación de Santa Justa y el Teatro de la Maestranza (de Artillería, sobre cuyo solar se levantó), hay que pensar que la idea de la Expo caló en Sevilla. Hasta el punto que, 25 años más tarde, hemos hecho de toda Sevilla una Expo de sí misma. Es la tesis que como objetor de Expo (que no la pisé) defendí entonces, que había que echarle valor en una ciudad enloquecida por la novelería de los caras "de cara al 92: que más que derrochar millones en la Isla de la Cartuja, lo deseable hubiera sido poner a toda la ciudad de dulce, restaurando sus monumentos. Que lo que atrae mundialmente es el propio nombre de Sevilla, más que aquella Expo que enloqueció a la ciudad hasta perder su identidad deliciosamente provincianita, para enriquecimiento de unos cuantos y pelotazos a babor y estribor del barco de los piratas de la Isla del Tesoro.

Al cabo de cinco lustros de aquellas obras faraónicas, todos han descubierto que lo que vende mundialmente es Sevilla: el nombre de Sevilla, la leyenda de Sevilla, la Sevilla de las óperas y de los mitos de los viajeros románticos. Aquella idea de que el Pabellón de Sevilla en la Expo fuera Sevilla misma, el que tuvo por comisario a Jesús Aguirre hasta que Rojas Marcos lo puso de patitas en Dueñas, ha ido calando como todo en Sevilla: tarde y mal. Ahora es cuando de verdad Sevilla toda es como el fósil de un pabellón de la Expo. La Catedral mismo, se ha quedado para siempre como cuando allí estaba la exposición de la "Magna Hispalensis": han museificado el que fue templo vivo de todos los sevillanos, que entrábamos a rezar sin tener que enseñar el DNI ni pasar el control de las azafatas, los seguratas y las vallas, y que para ir desde la calle Alemanes a Mateos Gago cortábamos por un abierto y delicioso Patio de los Naranjos, entrando por la Puerta del Perdón.

¿Usted ha visto cómo ha estado Sevilla de turistas este fin de semana, aparte de todo ese Aljarafe que se viene aquí a echar la tarde? Tanto me recordó la masificación turística a Venecia, que pasando por la calle Ximénez de Enciso eché en falta los carteles indicadores de la Serenísima: "Per Rialto" y "Per la Ferrovía". ¿Y usted ha visto cómo se ha puesto Sevilla de apartamentos turísticos, esas casas rehabilitadas que tienen en la puerta un letrero azul que pone "AT Ciudad"? ¿O los otros, los clandestinos que alquilan los guiris por Internet?. Una lectora me manda un enlace a "Booking.com" donde te salen 449 alojamientos distintos en Sevilla, entre hoteles de toda la vida, pensiones del peine disfrazadas de hostales y apartamentos turísticos, ¡vengan apartamentos turísticos! Al paso que vamos, y como aquí se imita todo lo que económicamente tiene éxito hasta que, por saturación, deja de tenerlo, pronto tendremos más apartamentos turísticos que turistas. Con lo que pasará lo de siempre: que la mitad de ellos pegarán el barquinazo. Todos conocemos a alguien que está convirtiendo una casa del casco antiguo en un edificio de apartamentos turísticos. La vieja ciudad intramuros se despuebla de sevillanos y se está llenando de apartamentos para guiris, en el centro y en los barrios históricos. Hemos entregado la ciudad al turismo. Eso sí que debía haber sido sometido a referéndum, la conversión de Sevilla en Parque Temático de sí misma con veladores, y no la chorrada de si en la Feria hay o no hay tres días más para coger una papa gorda, pero muy simpática.

 

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