ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 10 de julio de 2016               
                             
 

Y esto ¿quién lo paga?

Me lo contaron ayer las lenguas de doble filo: a Juan Espadas, alcalde de Sevillar del Río, se le ha puesto cara de Pepe Isbert. Al americano, a Morenito de Hawaii (nombre de torero que no llega a nada), no sólo lo íbamos a recibir con alegría, sino con la ciudad sacada de brillo, de ensueño. Como para el rodaje de una película. Lo que ha ocurrido es que esa película no es que haya sido la de Luis García Berlanga que ahora todo el mundo cita (qué jartibles con Mister Marshall), sino algo mucho peor. Como El Cid ganaba batallas después de muerto, Berlanga sigue poniendo en pie su España muchos años después de irse al otro mundo. Berlanga se ha ido al otro mundo, pero nos ha dejado aquí, intacto, el mundo de Berlanga. Como que había uno no sé si de IU o de Podemos que quería a toda costa venderle algo de porteros automáticos a Obama en el almuerzo del Alcázar de Sevilla, tengo entendido.

¿Y los de las pancartas del "OTAN no, bases fuera", qué fue de ellos? Nos quedan muchos latinos "ubi sunt" en estas coplas a lo Jorge Manrique sobre la "no visita" de Obama a Sevilla. Decían que su foto asomado al mismo balcón de la Giralda desde donde lo hizo un santo, el Papa Juan Pablo II, iba a dar la vuelta al mundo y a ser un cartel para traer turismo americano a Sevilla. Se jodió la foto, se jodió el cartel y todo vuelve a su cauce. Sevilla se acostó ciudad ideal, disfrazada de ensueño, y se ha despertado como siempre: frustrada. Como en un eterno "día después" de la Expo del 92, donde se hartaron de venir Jefes de Estado extranjeros y no salió ningún cartel turístico como ese milagroso de Obama con Giralda que dicen se ha frustrado.

Todo esto es inequívocamente americano. Más que el vaquero de Marlboro o los fuegos artificiales en la Estatua de la Libertad la noche del 4 de julio (que no es San Fermín, sino Santa Independencia), lo inequívocamente americano es un loquito que por correo contra reembolso o por Internet compra un fusil de asalto o un rifle de repetición, sin permiso de armas, con menos papeles que una liebre. Y ese loquito, como es su obligación en una nación que permite la libre posesión de armas y hasta hay una Asociación del Rifle que la defiende, hace lo que tiene que hacer: subirse a la torre de una Universidad o meterse en el recuerdo del asesinato de Kennedy en Dallas y liarse a tiros con todo lo que se mueve. Cómo serán de buenas las armas que venden libremente a los loquitos en Estados Unidos, que los disparos del francotirador de Dallas han llegado hasta Sevilla. A la Giralda le ha pegado un tiro a la altura del cuerpo de campanas y ha jodido la foto turística que se buscaba. No ha sido un tiro de muerte, sino una dosis de recuerdo de que la España de Berlanga sigue existiendo: que somos como somos y esto es lo que hay. En este caso, Sevilla ha sido como una colonia del Imperio, que ha pagado los platos rotos de la triste matanza del loquito de Dallas.

¿Pagado? Eso digo yo. Y esto ¿quién lo paga? ¿Cuánto se han gastado inútilmente el Gobierno del Reino de España, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento en la frustrada visita de Obama a Sevilla? Nada más que en poner macetas por los alrededores del Alcázar ha tenido que ser un dinero muy curioso. Y en horas extras o días libres de las Policías Nacional y Local, ni te cuento los jornales perdidos. ¿Cuánto ha costado revisar las alcantarillas de todo el perímetro de la Acrópolis sevillana? Y las reservas de hotel no utilizadas, ¿quién las paga? Las han anulado antes de 24 horas, y eso a los particulares nos cuesta pagar el cuarto que no usamos. Los daños colaterales de la matanza de Dallas han llegado hasta las arcas públicas de España y de Sevilla. Señor Obama: comprendo que no haya venido usted, por el luto nacional; pero, "Martín, Martín, paga la convidá" que rechazó, dejando a Sevilla con dos palmos de narices como la palma del Giraldillo...

 

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