En Semana Santa, los capataces y las cuadrillas de Triana, que no andan ni mucho menos como las de Sevilla, se dice que "trianean". Trianeo da primavera. Pero después viene este otro trianeo de verano. ¿O no trianea Triana en la Velá? Y más que lo hace ahora, en el cumpleaños de la parroquia de Señá Santa Ana. Como la hermandad, Triana misma "nació en la Cava/y el cura de Santa Ana/la bautizaba". La bautizaba por encargo de un Rey de Castilla. Triana es a Alfonso el Sabio lo que Sevilla a San Fernando. Leo las grandezas del arte trianero en el reportaje de Aurora y ahora me explico por qué le llamaban El Sabio a Alfonso X. No era por las Partidas, no; no era por las Cantigas, no; no era por sus saberes en Estrellerío o su destreza en el Ajedrez. No: le llamaban Sabio porque lo fue tanto que, tras ver a la Estrella de Triana por el telescopio de su fe, le prometió a su madre, a la Señora Santa Ana, que si lo curaba del mal de clavo de sus ojos que le atravesaba el sentido como en una copla de Manolo Garrido, le haría en Triana una iglesia como una Catedral. Lo de la Catedral de Sevilla fue el conocido "fagamos una obra tal que los siglos venideros nos fagan vivir del turismo", que dijeron los calonges de entonces. Lo del Rey Sabio fue distinto: "Fagamos una iglesia en la calle Larga tal, que la llamen Catedral de Triana". No se lo digan a nadie, pero Alfonso X se murió el hombre con las ganas de que Triana, como agradecimiento, lo sacara de Rey Mago en su Cabalgata y lo nombrara Trianero Honorario en la Velá.