ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla,  22 de septiembre de 2016
                             
 
Nostalgia de balcones

Creía hasta ahora que lo más triste que había en el paisaje urbano de lo que entendemos por Sevilla (y usted sabe lo que quiero decir) era ver cómo en un día de Semana Santa, está pasando una cofradía por cualquier lugar del centro y los balcones de toda la calle están vacíos, sin nadie asomado. Pienso ahora en Francos, en Doña Guiomar, en Tetuán. En el centro cada vez vive menos gente. Se abren las franquicias, pero se cierran no sólo los comercios tradicionales, sino hasta las farmacias. ¿Cuántas boticas había en el centro y cuántas sobreviven? El "aquí estaba" que el otro día decía el bailaor Antonio Canales que pensaba a cada momento cuando paseaba por su Triana, que no es otro que el "ubi sunt" latino de nuestra Roma andaluza, y gracias por el sajumerio de ayer, Paco Robles, atufaíto me tienes, hijo; y si yo me lo creyera, y no que escribo pamplinas hispalenses, pues no te quiero ni contar la importancia que me daba. ¿Dónde se aprende a darse uno importancia, que quiero matricularme, Paco? Es lo que Joaquín Moeckel le decía a su admirado Manuel Jesús "El Cid". El Cantar del Suyo Cid, cuando el torero de Salteras remataba una tanda de muleta con su prodigiosa izquierda y salía de la cara del toro, era:

-- ¡Vamos a darnos importancia!

Pues no le damos importancia, por seguir por donde íbamos, antes del inciso sobre las generosas hojas de Robles, a este cambio social de Sevilla: se ha despoblado el centro. Sólo en boticaria materia, como Canales por Triana podemos ir por el centro pensando: "Aquí estaba la Farmacia del Globo; aquí, la botica de Sierpes junto al Imperial; aquí, la farmacia de Cuerda..." Cierran las farmacias porque no hay vecinos que se acerquen con la tarjeta del SAS por medicinas. Y están en Semana Santa vacíos los balcones porque en esas calles ya no vive nadie.

Ay, los balcones... Había toda una cultura del balcón. Esos rodapiés colocados en posición de firmes como señal de luto. Esas palmas nuevas del Domingo de Ramos. Esas colchas nupciales en la calle San Diego, a modo de colgaduras en honor de La Majestad en Público del Sagrario. Y las macetas. Ay, las macetas de los balcones de Sevilla... Por decirlo murubescamente, los geranios que perdimos. ¿Se han dado cuenta de que cada vez hay menos geranios, menos macetas con flores, humildes flores, en los balcones? Ay, balcones de San Julian, del Retiro Obrero, de Los Humeros, de San Bernardo, como cuarto y mitad de Parque, como cien gramos de Forestier, con sus macetas cuidadas por una madre con el mismo cariño que a sus hijas. Mi zapatera, ay, murió una noche de verano cuando acababa de regar las macetas de sus balcones. Sus geranios. Sus gitanillas. Las macetas que orgullosamente se lucían en los balcones, colgadas con aquellos aros que se enganchaban en sus hierros. Aquellas gitanillas que se desparramaban balcón abajo, como un grifo de belleza popular que se hubieran dejado abierto. Aquellas macetas con los claveles de señorito, como plantados por una solterona que siempre estaba esperando al novio que nunca le salió.

Ahora pasas por cualquier calle y echas de menos aquellos balcones sevillanos como la copla: "Tengo yo una ventana/ cuajá de flores". Balcones vacíos en Semana Santa y el resto del año, balcones sin macetas y sin flores. En mis paseos por Sevilla he observado que en las tres calles más feas, horrorosas, las tres coetáneas de arquitectura, Imagen, Virgen de Luján y Reina Mercedes, apenas hay balcones con macetas y flores. ¿Qué mocita se asoma ya a estos balcones a ver si "un moreno garboso/ronda mi calle". Por eso hay que ir en Los Remedios a la calle Fernando IV esquina a Virgen del Valle, donde hay un segundo piso que es la excepción de la triste regla: ¡qué alegría y belleza de balconada en esquina, reventandito de buganvillas! Desgraciadamente, las que quedan en los balcones son flores inmobiliarias: los letreros de la agencia de Narciso Flores, que ponen como Picoco le dijo al Beni que cuando se muriera iban a colocar en su casa natal: "Se vende".

 

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