Hasta ahora tenía entendido de que la Cabalgata de Reyes Magos del Ateneo fue una generosa idea que se le ocurrió a un poeta: a José María Izquierdo. Quien porque no le dio la gana y estaba la mar de a gusto en su Sevilla no se quiso ir a Madrid a ponerse en cola para hacerse famoso y permaneció fiel a su tierra hasta su muerte. Lo que habría de recriminarle uno que sí se najó a Madrid a hacer carrera y que al llegar en 1928 a la mentada cola de la Corte preguntò: "¿Quién da la vez?". Me refiero a Cernuda, quien dijo que lo de Izquierdo con Sevilla fue un "error de amor". Gracias a ese bendito "error de amor" tenemos hoy Cabalgata de Reyes Magos.

Pero a la vista de los acontecimientos de este año centenario tengo mis dudas de que fuera a Izquierdo, o sea, a "Jacinto Ilusión", a quien se le ocurriera lo de la Cabalgata. Para mí que fue a Murillo. Y verán por qué lo digo: sólo el IV Centenario de Murillo está pasando en Sevilla tan inadvertido y poco celebrado como el de la Cabalgata del Ateneo. ¿No sería que fue a Murillo, desde la primera versión de la Real Academia de Bellas Artes que creó, a quien se le ocurrió lo de sacar la Cabalgata? De otra forma no se explica tanto silencio. Silencios de Sevilla. Que no solamente están en la plaza de los toros y en la Cofradía de los Primitivos Nazarenos, sino que nos cercan y nos rodean. Y se las traen. Tienen tela de guasa los silencios de Sevilla.

Así que la Cabalgata cumple 100 años y la del Centenario será exactamente igual que la de cinco o diez años antes del Centenario. Que yo haya leído hasta ahora, no hay nada extraordinario anunciado para un cortejo que nos cae tan bien a los sevillanos y que consigue que la ciudad entera, niños y mayores, lactantes y zangolotinos, se eche a la calle. Y esto, en una ciudad donde gusta tantísimo celebrar un aniversario de algo. ¿Se imaginan que en vez del centenario de la Cabalgata celebráramos el de alguna cofradía? Madre, la que habrían liado sus hermanos, entre pregón, cartel, exposición en el Mercantil y por descontado, procesión extraordinaria a la Catedral, triduo y misa estacional (que a mí me suena a Santa Justa o a Plaza de Armas). Por el contrario, celebra el Ateneo el centenario de la Cabalgata y no se echa a la calle ni va a la Catedral procesión extraordinaria alguna. ¡Con decir que ni Marvizón ha compuesto una marcha conmemorativa, creo que está dicho todo! Claro, era muy difícil hacer una procesión extraordinaria con la procesión civil más extraordinaria que todos los años pone en la calle el Ateneo de Sevilla, gratis et amore, y mira que pone la ciudad cortejos en la calle, con lo que nos gusta aquí un tambor y una corneta.

Que yo sepa, ni hay beduinos conmemorativos del centenario, ni reconstrucción de visiones de viejas cabalgatas. Tendría su gracia volver a ver, por ejemplo, los burritos con angarillas llenas de juguetes pobretones. O al menos una sola carroza, una, tirada por mulas y no por un 4x4 de promoción, como en tiempos de Pepito Caramelos. ¡La de años que nos hubiera quitado de encima a los niños viejorros de Sevilla ver una carroza con mulas otra vez en la Cabalgata, con sus niñas vestidas de blanco princesa, espumillón y plata, y sus diademas de falsos brillantes!

¿Por qué esta tibieza con el centenario de la Cabalgata, sin que el Ayuntamiento haya tirado la casa por la ventana? Aquí la única casa por la ventana que ha tirado ha sido el derroche de la mal llamada "Casa Fabiola", que nos está costado un dineral, entre compra de edificio tan mediocre y mudanzas, mientras los conventos se hunden. La tibieza de la celebración del centenario de la Cabalgata sólo es comparable a la del Año Murillo, que empieza mañana mismo y del que creo que le regalan un crucero por el Caribe a quien diga qué se ha organizado ya en conmemoración del pintor sevillanísimo que, encima, tiene una calle chunguísima en La Magdalena. Y no como Velázquez, que como se fue a trepar a Madrid en plan Cernuda, se la pusieron en todo el centro. Aunque como venganza la llamemos "Tetuán".

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