España canonizó a la Santa Transición y Sevilla, a la Santa Expo del 92. De momento, la portada de la Feria, en el Año de Murillo estará dedicada...a los 25 años de la Expo, óle ahí ese tío que va ahí. Esto de celebrar los 25 años de la Expo, hasta con nombramiento de comisario y todo, es sevillanísimo. Cofradierísimo. Si pudieran, llevaban en procesión extraordinaria a la mascota Curro a la Catedral para un triduo y luego la volvían a La Cartuja y entraba a las 3 de la mañana. Tras un cartel, un pregón y el estreno de una marcha conmemorativa, compuesta naturalmente por Marvizón. En cuanto al pregón de los 25 años de la Expo, se lo pedirían al profesor Olivencia y como diría que nones, lo acabaría dando un sensible que tiene hechos unos romances al Monorraíl y a las Telecabinas que los oyes y se te ponen los vellos de punta.

A la Expo no es menester recordarla a los 25 años porque tenemos un monumento permanente a ella: el Ave. Lo mejor de la Expo no fue cuanto se hizo dentro de la Cartuja, con la falta de aparcamientos para su futura reutilización, por ejemplo. Lo más interesante arquitectónicamente incluso se derribó, en cierto modo lógico en la ciudad de las arquitecturas efímeras. Lo mejor de la Expo del 29 ocurrió fuera de La Cartuja: la expansión de la ciudad, como había ya ocurrido con la Iberoamericana de 1929. La Ronda del Tamarguillo, el soterramiento del tren, Santa Justa, la SE-30, todo el borde del río por la calle Torneo. Eso fue lo mejor de la Expo y la conmemora cada día, sin necesidad de la ridiculez de dedicarle la portada de la Feria...precisamente en el Año Murillo, un pintor que no era de Zamora precisamente, sino más sevillano que José María Izquierdo y que, como Jacinto Ilusión, no le dio la gana de irse a trepar a Madrid como a Velázquez y se quedó en la ciudad que amaba. Nadie ha hablado del cernudiano "error de amor" de Murillo. Me he apresurado a hacerlo.

¿Y el turismo? ¿Nos trajo tanto turismo la Expo? Yo creo que no. Los que cubrimos las previstas cifras de visitantes fuimos los noveleros sevillanos, yendo una y otra vez, en plan moros de Queipo. Sevillano hubo que fue todos los días, lo que contaba estadísticamente como un turista que la visitaba. No, cuando de verdad han venido los turistas en tropel, en avalancha, a punto del colapso, ha sido ahora, 25 años después de la Expo. Cuando se han abierto vengan hoteles, y hostales, y pensiones, y apartamentos, y pisos turísticos, ha sido ahora, 25 años después de la Expo. En la Expo, por ejemplo, no se hablaba de que el turismo fuese la principal actividad económica de Sevilla. Y ahora, ya ven. En la Expo, el barrio de Santa Cruz e islas adyacentes no se llenó de tiendas aberrantes de recuerdos de Sevilla, ni se convirtió en un zoco abyecto, ni se coparon sus calles con veladores para servir paella prefabricada y sangría de tetrabrick a turistas chungalés. Y ahora, sí. Ahora es cuando está desgraciadamente museificada y dedicada al turismo la Catedral, que fue la Magna Hispalensis en la Expo. Ahora es cuando están dando dinero al Arzobispado esas colas de turistas en las taquillas, que hasta van a tener que pasarlas al Patio de los Naranjos.

¿Y saben qué está llenando Sevilla de turistas, como España entera, como la Costa del Sol? ¿La propaganda? No. Desgraciadamente, los terroristas asesinatos masivos del yijadismo. En París, en Londres, en Berlín y nada te digo en Turquía o en Egipto, el turismo ha caído en barrena tras las matanzas de los moros asquerosos del autotitulado Estado Islámico. De todo eso, ay, se ha lucrado Sevilla, como las costas españolas. Ese turismo internacional ha venido de rebote aquí, buscando sol, alegría, simpatía, precios baratos, paella, sangría y, encima, seguridad. Que su Señor Caído de San Isidoro ilumine a Zoido, responsable de la seguridad nacional como ministro del Interior, para que España siga librándose de Al Qaeda y del Daesh... y podamos seguir siendo invadidos hasta el colapso por el turismo que nos da de comer.

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