ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 1 de abril de 2017
                               
 

Estoyastaquí

No sé si en unas bocas más que en otras. Como tampoco sé si es que tengo hogaño el oído más aguzado, sin que me hayan quitado cera de eso que dicho en términos médicos suena a Expo del 92: el Pabellón Auditivo. De cera va la cosa. De cera ardiente. De fundir la cera. De los largos mocos que caen de los codales de los ciriales, que fueron nuestra envidia de niños, cuando íbamos formándonos nuestro mundo en forma de bola de cera. Veíamos entonces llegar los ciriales, con esos mocos como estalactitas de la Gruta de las Maravillas, y le decíamos al otro niño que con nosotros andaba en el sevillanísimo "nazareno, dame cera":

-- ¡Quién cogiera el moco de ese cirial para ponerlo en la bola!

Tanto es así, que yo creo que la que San Fernando lleva en la mano no es, como se cree, la bola del ancho mundo a cuya civilización nos incorporó ganando Sevilla a los moros. San Fernando lleva en una mano la espada y en la otra no el globo terráqueo, sino la bola de cera que de chico fue haciendo, año tras año, viendo las cofradías. ¿No dicen que la Casa de Pilatos se llama así porque es la que se hizo Don Poncio en Sevilla para venir a ver la Semana Santa? ¿Por qué entonces no hemos de creer firmemente, en la misma verdadera fe de las leyendas sevillanas, que San Fernando lleva en la mano su bola de cera agrandada año a año, Semana Santa a Semana Santa, cofradía de capa tras cofradía de cola, ilusión tras ilusión, sobre el núcleo fundacional del papel Albal arrugado como pelota que hace el primitivo amor de padre o madre, de tía, o de abuela, en este eterno retorno a la infancia que es la Semana Santa?

Cada día oigo más, redoblada y gozosamente: "Esto ya está aquí". Ya se ven a lo lejos los ciriales del gozo que ha de llegar. Esta mañana me lo han dicho las petaladas de los árboles callejeros. Sí, los árboles florecidos en la primavera, como buenos vecinos de Sevilla que son, ya están preparando sus petaladas, pensando en techos de palios. Pero como son tan sevillanos, cometen el común y perdonable pecado de la impaciencia. En mi mañanera caminata cardiosaludable, al rayar las claras del día, echo en falta todavía los vencejos del amanecer que habrán de quitarle las espinas al Señor del Gran Poder al acercarse de vuelta a San Lorenzo. Pero he advertido que el suelo de muchas aceras está como si fueran a pasar los carráncanos del Sagrario con su campanilla anunciando que viene Su Divina Majestad. No, no es la Pascua Florida. Es la Florida Cuaresma de Sevilla, novelera e impaciente, en la que los árboles más madrugadores de belleza, por su cuenta, cada uno quizá pensando en el palio de la Virgen de su barrio, están echando por las aceras olorosas petaladas. Pétalos blancos y nupciales, como de las bodas de la ciudad con la primavera, caen de los naranjos en flor. Pétalos morado Valle o morado Quinta Angustia caen de los árboles del amor. Pétalos minúsculos, como blancos nazarenitos de La Borriquita, caen de unas impacientes acacias que ya desparraman su belleza.

Y todo lo va anunciando. Lo anuncia esa petalada impaciente de las aceras. Lo anuncia el aire. Lo anuncia la calorcita del mediodía. Hasta lo anuncia ese frío de prima hora de la noche que nos hace pensar en chaquetones para la Madrugada. Toda Sevilla anuncia que "Esto ya está aquí". En un brevísimo discurso de veinte muletazos en la Fundación Heliópolis, como pontífice máximo del toreo según Sevilla, Curro Romero culminó en dos solas palabras el proceso de canonización de las certezas de Sevilla y amplió el santoral: "Y Sanseacabó". Del mismo modo, todos hemos iniciado el proceso de beatificación de la primavera con el "Estoyastaquí". Sobre todo para ti, querido Alberto García Reyes, liado en el patio de cuadrillas del Maestranza, en el atrio del atril. Para ti, Alberto García Reyes, sí que "Estoyastaquí". Y Sanseacabó. Cuando te abras de capa, tú di mañana como el Faraón aquella tarde de las dos orejas del juampedro, en el 2, al coger la muleta y dirigiéndose a Carmen Tello: "A ver si esto se hace así..."

 

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