Ea, pues este año han conseguido hacernos tal lío a todos que nadie sabe ni cuándo empieza la Feria ni cuándo termina. Si la noche del Pescao Frito es hoy o si ya está todo el pescao vendido. Y han logrado que el Alumbrado parezca de propaganda. O a lo mejor lo es y está patrocinado por Toldos Quitasol. Porque el encendido del Alumbrado será exactamente igual que el anuncio con música de "La sombra vendo" de Marifé de Triana y la voz del Maestro Araujo, cuando el alcalde Espadas le diga esta noche a Curro, la mascota de la Expo cuyas Bodas de Plata celebra la portada más horrorosa que vieron los siglos:
-- ¡Currito, dale al botoncito!
Y Currito, la mascota de la Expo que con su nombre ultrajó el de aquel a quien en Sevilla, por su arte, no hay que ponerle apellido, porque huele a romero, le dará al botoncito. Y se encenderán no las bombillas más o menos LED, sino un tópico por cierto ya en retirada y casi en desuso: el "ascua de luz". Y dicen que junto a Currito, le darán al botoncito unos niños. Más cofradiera no puede ser la cosa. ¿No es un niño nazareno de La Borriquita el primero que pide la venia en el palquillo de La Campana, que viene a ser como el Alumbrado que da a luz a la Semana Santa? Pues también serán unos niños feriantes los que, con Currito, le darán al botoncito. ¿Y a mí, que nadie me quita de la cabeza que todo esto está patrocinado por Toldos Quitasol, la sombra, la sombra vendo, quién me la quiere comprar?
Soy de los sevillanos a los que no nos gusta la Feria. Pero de verdad, no de ojana como Carlos Herrera, que creo yo que hasta duerme en su caseta del arroz de gañote para cuando se despierta irse a la radio y decir en su programa que no ha puesto un pie en la Feria. Soy de los sevillanos que nos importa un bledo que llueva en Feria. Mientras no llueva en los toros ni llueva cuando sale El Cachorro, ¿verdad, Rosco? Pero me encanta la Feria por un lado poco valorado: por aquel otro tópico de "la ciudad efímera", que decía que el Real era como una reproducción de la ciudad; y las casetas, trasunto de las casas particulares. Les diré a ustedes por qué me encanta ese espejo de Sevilla que dicen que es la Feria, una ciudad soñada y deseada, pero inexistente:
En sus aceras no hay 15.024 veladores que no te dejen dar un paso, y puedes andar perfectamente.
Por esas aceras no circulan ciclistas que encima te insultan como no te quites y te andes con cuidado para que no te pillen.
En la Feria no hay carril-bici ni han peatonalizado el paseo de carruajes.
En la Feria no hay campanazos demagógicos del Ayuntamiento haciendo un despliegue de la Policía Local para llevarse todos los veladores, ¿qué digo yo?, de la caseta del Aero, porque a las de los distritos que votan PSOE, ni toserles.
Es una maravilla que en la Feria siga habiendo adoquines antiguos, de los de Gerena, y que no los hayan levantado y sustituido por pavés tela de churri.
Es una maravilla que en la Feria no haya una sola "plaza dura", sino el albero de toda la vida.
En la Feria no hay una sola Caseta de Franquicias, por lo que no se parece nada en absoluto a la Feria de Gijón, un poner.
En la Feria no cierran los comercios tradicionales y ahí tienen a El Machacante de toda la vida, que no lo han pulido ni abrillantado como al Bazar Victoria.
El Ayuntamiento no ha metido en la Feria la Máquina de Estrechar Calles, como últimamente ha hecho en Trastamara y adyacentes.
En la Feria no hay gastrobares, ni restaurantes de platos cuadrados y camareros de negro luto riguroso.
Pero sobre todo lo que más me gusta de la Feria es que, te pongas donde te pongas, desde allí no se ve en absoluto la Torre Pelli. Ni falta que hace.
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