ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 16 de junio de 2017
                               
 

Suerte, teniente

Si se les desea suerte a los de oro o plata que actúan en la "Plaza de Toros de Sevilla, propiedad de la Real Maestranza de Caballería", como ponía en los viejos carteles de la imprenta Acuña de la calle Placentines con la enorme cabeza de toro que tanto gustó a Carmen Laffón para pintar el suyo del abono, no quiero ni contarles lo que hay que querer de bueno para quien va a debutar el 1 de julio como teniente de hermano mayor del Regio Cuerpo de Caballeros dueño de ese tesoro de Sevilla, tan ejemplarmente conservado por ellos, cual el coso del Arenal. Así que hoy sí que quiero hablar de La Maestranza, como llamar suele el vulgo (que no el Burgos) a la que siempre fue en Sevilla "la plazalostoros", como ponía un azulejo de Olavide en la mismísima Puerta del Príncipe, que quitaron, y del que nunca más se supo.

Así que mucha suerte en su tarea, excelentísimo señor don Santiago de León y Domecq. Que se escribe así, pero en Sevilla se pronuncia "Santi León". De los León de toda la vida de la calle Cuna. De la estirpe de la Marquesa de Lebrija, la mayor coleccionista de antigüedades clásicas que hubo en Sevilla tras el primer Marqués de Tarifa, y que convirtió su casa en una pequeña Roma traída de Itálica. Don Santiago es de los León de Rafael de León, y lo mismo que su antepasado escribió en su Romance de la Reina Mercedes, que todos nos sabemos, aquello tan hermoso de "una dalia cuidaba Sevilla", algo más que una dalia, la hermosura de la plaza de los toros, ha de cuidar ahora el nuevo teniente de hermano mayor de la Maestranza.

Teniente... ¡Qué sevillano esto de "teniente de hermano mayor"! En este caso, el hermano mayor es Su Majestad el Rey, quien tras la terna votada por los caballeros maestrantes, cuando se la presentan elige de la lista a quien ha de ser su delegado en la Maestranza. Por un procedimiento precioso, de antiguo y desusado: por el dedazo. El dedo de Don Felipe VI ha designado, y me alegro, a Santiago León, que ha trabajado en segundo plano por la Maestranza, sin protagonismos, más que nadie. Fue diputado primero y nada menos que doce años se ha llevado de fiscal; esto es, de segundo de a bordo, con los tenientes Guajardo-Fajardo y Benjumea. ¿Usted no ha oído hablar de los pasajeros-kilómetro de las lineas aéreas o de las horas de vuelo de sus pilotos? Pues yo no sé la cantidad de cientos, ¿qué cientos?, miles de horas de asistencia a actos culturales, a exposiciones, a procesiones, a tomas de posesión, a actos patrióticos, a funerales, que en representación de la Real Maestranza lleva Santi León en el cuerpo. Todas las del mundo. Yo creo que pones al nuevo teniente a las siete y media de la tarde en la puerta de su casa y se va solo, con el piloto automático, a representar, y bien dignamente, a la Real Maestranza en un acto público. Nada más que por esta experiencia de doce años como muy efectivo fiscal sé que lo hará muy bien como teniente. Y si encima es un León sobrino de mi querido, recordado y genial poeta popular Toto León, Sanlúcar pura, pues ni te cuento. Y si es por la parte de tío Rafael de León o de tío Eduardo León Manjón, señorío del campo con la sobriedad de lo difícilmente sencillo, más bazas a mi favor para tener la certeza de que el nuevo teniente lo bordará. Teniente... Me acuerdo de la vieja historia de la plaza. Aquel teniente maestrante que le riñó a un municipal, cuando las corridas las presidían los concejales y los guardias eran sus delegados gubernativos en el callejón. Tras la bronca, el municipal le dijo al teniente de la Maestranza:

-- No se ponga usted así, hombre, que hay que ver con la edad que tiene usted y nada más que ha llegado a teniente. ¡Vaya carrerón!

Bueno, pues el nuevo teniente es, nunca mejor dicho, capitán general con mando en plaza. De los toros. Espero mucho de ese mandato: mucha protección a la Fiesta y mucho mecenazgo cultural. Hombre, y si de camino consigue que los carteles del abono no sean el mamarracho de cada año, es que ni te cuento. Ojalá con Santi León el Salón de los Carteles deje de ser el Museo de los Horrores y entre allí el verdadero arte taurino.

 

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