ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 15 de julio de 2017
                               
 

Los chollodiputados

Quiero ser diputado. Pero diputado autonómico, por Andalucía, no diputado nacional en el Congreso de los leones de las Cortes, que está muy lejos y que, aunque te lo pagan, hay que coger el Ave, y hacer noche en Madrid y esas cosas. No. Yo quiero ser diputado del que siempre llamé, desde su creación, el Parlamento de la Señorita Pepis. Del absolutamente prescindible Parlamento de Andalucía. El que está en la antigua iglesia del Hospital de las Cinco Llagas, y muy adecuadamente, porque son las cinco por las que chorrea sangre tanto derroche inútil de dinero; tanto paniaguado colocado después que perdiera en las elecciones de la alcaldía de su pueblo; tanto cesante en cargo público, socialista o popular, a quien el partido le busca un acomodo, porque no tiene otro oficio ni profesión que la política. ¿Que para qué sirve el Parlamento Andaluz? Ah, no sé: eso no va a examen. Y, además, aunque fuera, da lo mismo: como ahora te aprueban aunque te cateen todas, y lo que interesa es aliviar las cifras del fracaso escolar, y hacer creer que nuestra enseñanza es la mejor del mundo... Yo, la verdad, como la mayoría de los andaluces, no sé para qué nos sirve el Parlamento regional. Ni tampoco qué ocurriría si lo suprimiéramos. Probablemente, nada. Al revés, dinero que nos ahorrábamos del famoso "techo de gasto" y a lo mejor hasta podríamos suprimir así el confiscatorio Impuesto de Sucesiones.

La mejor prueba de la inutilidad del Parlamento es que no conozco a nadie que sepa quién es su presidente. Ni quién el portavoz de la oposición del PP o de Ciudadanos. Y creo que hasta regalan un fin de semana de los del taco, de pulserita, en un "resort" tela de elegante de la Costa del Sol al que sepa al menos cinco nombres de diputados andaluces. De chollodiputados. Lo que no me explico es cómo la gente, en estos tiempos igualitarios que corren, no pide los mismos chollos que dan para el veraneo a los diputados andaluces. En agosto el Parlamento está cerrado. Da lo mismo. Cuando está abierto tampoco se nota. Pero aunque esté cerrado y los diputados no tengan que aportar por allí ni para pedir un cortado en la cafetería, les sueltan 2.500 euros del ala de dietas y complementos. ¿Dietas por que? ¿Serán dietas por irse de veraneo y dejar tranquilo al BOJA, al Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, donde se promulgan esas leyes que nadie conoce, aunque llegado el momento te dan con una de ellas en toda la cara, sobre todo si va contra tus intereses? Y hay más chollos. Los chollodiputados andaluces reciben también en agosto, cerrado por vacaciones, las retribuciones especiales por ir a las Comisiones, que tampoco se reúnen.

Vamos, esto de los diputados es como si a usted, por irse a veranear a Matalascañas, su empresa le paga 2.500 euros en dietas y complementos. Por eso uno de los mejores negocios es ser chollodiputado andaluz. Por eso quiero ser diputado andaluz, aunque me coja ya un poco talludito. Usted, señora, no lo dude. Diga a su niño de usted que deje de estudiar ese rebujito de Económicas y Derecho que tanto se lleva ahora y que produce, una vez graduados, los mismos parados que otras titulaciones universitarias. Usted diga a su niño, señora, que se deje de estudios, que cuelgue los libros, y que se haga de las juventudes de su partido, ora del Socialista, ora del Popular. Y que entre en la rueda (de la fortuna) de los políticos sin más oficio que el partido. Que verá cómo pronto lo eligen presidente de las Juventudes; y luego lo ponen de concejal en puesto de salir; y más tarde le buscan un apaño en una Consejería de viceconsejero de algo; y que si el consejero se va, lo ponen de chollodiputado. Pero dígale a su niño de usted que no acepte que lo pongan de diputado por Madrid, que está muy lejos, que lo chachi piruli es ser chollodiputado andaluz, los que menos la doblan y más cobran. Yo creo que en vacaciones hasta les pagan kilometraje por ir a un Parlamento cerrado. Y luego allí, en las sesiones, lo mismo. A dedicarse a hacer el sudoku y el crucigrama del BOJA. Sí, no es broma. Todo el BOJA es un inmenso sudoku del que viven tan ricamente los chollodiputados de un Parlamento, como tantas cosas de la autonomía que no acabó con nuestro subdesarrollo, absolutamente prescindible.

 

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