ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 17 de julio de 2017
                               
 

Exportamos el aforamiento

Me preguntan, con no muy buenas intenciones, para que me ponga al lado de unos o de otros, si no tengo nada que decir sobre el informe oficial de las Estampidas de la Madrugada. Y sí tengo algo que decir. Y muy importante: que El Calvario va entre las dos Esperanzas. Esto de la Semana Santa de Sevilla es un calvario en el que tenemos la esperanza de que se solucionen todos los problemas pendientes que hay, que no son pocos; y que se lo pregunten, si no, al rompeolas de todos ellos, a mi querido y respetado señor arzobispo.

Para desmentir totalmente a Unamuno con el "que inventen ellos", en la Semana Santa de Sevilla hemos hecho descubrimientos importantísimos para la historia de la Humanidad y los avances de las tecnologías: la parihuela de poco peso, el izquierdo por delante, el capirote plegable, la silla de Quidiello, el palquillo de La Campana, la valla, el jarrillo de lata, el cuadrante horario del Pograma (vulgo "Programa"), la sillita de los chinos, la carrera oficial, los palcos, el vagón de avellanas, la infantil bola de cera...

-- ¿Usted en todo lo suyo, no?

-- ¿Cómo dice, querido lector?

-- Que está usted en todo lo suyo: no hay nada que le guste a usted más que escribir de cofradías en pleno verano y si es coincidiendo con la Velá de Santa Ana, mejor.

Hombre, como ya llevo dicho también, es que en Cuaresma sobre Semana Santa escribe cualquiera. Cuando tiene verdadero mérito es ahora, recién entradas las procesiones marineras de la Virgen del Carmen. Pero no me interrumpa usted, que iba enumerando los grandes inventos de la Semana Santa, como la levantá a pulso, la bulla, la saeta a dúo, las marchas de cornetas tipo "Atasco en Torneo", que dice Paco Robles; por no olvidarnos de las velas rizadas o del tiempo de paso por La Campana, que ríase usted de los cronos de la Vuelta a Francia en estos días. Pero, sobre todo, la Semana Santa, en los últimos años, y gracias al Cecop, otro gran hallazgo para la Humanidad, ha inventado algo que yo no sé cómo antes salían cofradías a la calle sin eso: el aforamiento. El aforamiento consiste en ver hasta dónde cabe la bulla en un lugar y tiempo determinados y, a partir de ahí, hacer el llamado aforamiento. Que consiste fundamentalmente en aquella canción infantil sevillana clásica: "A atajar la calle/que no pase nadie/ná más que mi abuelo/comiendo buñuelos". Buñuelos en este caso, no: calentitos con chocolate. Pero de atajar la calle, todo lo que usted quiera. ¿Para qué están las vallas? Los cien metros valla de las Olimpiadas se quedan en nada al lado de los cientos y cientos de las colocadas en Semana Santa para el aforamiento: para que no entre ni pase nadie y La Amargura, por ejemplo, pueda entrar sin público, como ocurrió este año.

En Venecia nos han copiado para el turismo en la Plaza de San Marcos el cofradiero invento sevillano del aforamiento de la bulla, cómo será de efectivo,. Como pronto ocurrirá en Sevilla si no se le pone remedio a la degradación de los visitantes zarrapastrosos y "low cost", Venecia padece gravemente lo que allí llaman "turismo tóxico". Que se les ha ido la mano con el turismo, vamos... Tanto, que en la famosa Plaza de San Marcos, la del Campanile y la Basílica, del Café Florián y el Palacio Ducal, no se puede dar un paso de la cantidad de turistas que hay. ¿Y qué van a hacer en Venecia? Poner "numerus clausus" de turistas, cuando no quepa ni una chancleta más ni una botella de agua mineral en la mano más: un aforamiento en toda regla. Cómo será la cosa, que dicen que van a cobrar por entrar o a dar número de una lista de espera, como aquí para las visitas a la Alhambra de Granada. Por un lado, me llena de preocupación lo de San Marcos de Venecia, porque aquí estamos a cinco minutos de que la Plaza Virgen de los Reyes esté igual, pero por otro me llena de orgullo. Tanto quejarnos aquí del aforamiento y, ya ven, en Venecia nos lo van a copiar. Y ya se sabe lo que ocurre al que la copia...

 

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