ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 22 de julio de 2017
                               
 

El pintor de la imprenta

Desde Barrón nadie pintó el río con el amor y la delicadeza de Joaquín Sáenz. No sólo nos dio una visión realista y colorista del río a su paso por Sevilla, manso, adarsenado, cuando todavía las traseras de las casas de la calle Castilla pintaban, al verlas desde el puente de Triana, un cuadro cubista de Juan Gris. Río abajo, como la vida, que siempre va de río de Jorge Manrique abajo, Sáenz nos descubrió el otro río, el de la verdad, el del muelle actual, sin recuerdos de collas de costaleros profesionales, sino un Guadalquivir verdadero del Astillero, de la Punta del Verde para allá, sin las juncias verdes ni las velas blancas de Lope, con la herrumbre de los viejos cargueros, de los petroleros de la Campsa, de los cascos para el desguace.

Muchos han escrito, y mejor que yo pueda hacerlo, de este gran Joaquín Sáenz pintor. Del paisajista. O del cartelista. Cartel que se editaba en Sevilla era obra que hacía más buena aún, más perfecta, la suya para la Semana Santa. En el Salón de Carteles de la plaza de los toros queda el suyo, junto con el de Carmen Laffón, como vacuna contra lo que no gusta en Sevilla. Pero leyendo el recuerdo de Marta Carrasco a la vida de Joaquín Sáenz, en la hora de su muerte, amen, se me ha venido a la memoria un aspecto no menor de nuestro bonachón artista, del silencio de su casa siempre casi cerrada en la calle Gamazo, con recuerdos de saetas que ya no se cantaban desde sus balcones y que siempre, cuando pasaba el carretero Barco del Carbón, alguien decía:

-- Mira, ahí vive el pintor Joaquín Sáenz.

O el tipógrafo bibliófilo Joaquín Sáenz, que son los recuerdos que me ha traído Marta Carrasco. Una calle San Eloy de pensiones y fondas, con catetos que van o vienen a la estación de Córdoba, casi pueblerina. Una calle San Eloy de mercerías y ultramarinos. Al final, junto al Bar Arsenio, casi frente a las torerías del Hotel Colón y al estanco, al lado del puesto de calentitos y de la pescadería, Gráficas del Sur. La imprenta de la familia de Joaquín Sáenz, donde echó los dientes entre platinas, componedores, tipos móviles, chibaletes, regletas de dos puntos y orlas barrocas de convocatorias cofradieras. Otros hablarían del olor a tinta, pegajosa de rodillo, de aquella imprenta. Yo tengo aún en los oídos la voz de Joaquín, emperador en aquel ya desaparecido mundo gutemberguiano, con el sonido industrial de Gráficas del Sur al fondo: el péndulo del reloj de las minervas, las rotoplanas, las máquinas planas, las litografías. Desconocían muchos que el gran arte de Joaquín Sáenz, su primera y juvenil forma de creación de belleza, fue la imprenta. Yo tengo a Joaquín Sáenz por heredero de las litografías de Santigosa, por continuador de la imprenta de Enrique Rasco. Tengo a Sáenz en el mismo recuerdo de aquella Imprenta Acuña de los grandes tipos móviles de madera para poner los nombres de los novilleros debutantes, que hacía los carteles de toros en la calle Placentines, junto a la casa donde Don Ángel Urcelay ensayaba a los seises.

Me cupo el honor de que Joaquín Sáenz, con todo su buen gusto y su saber más de bibliófilo que de impresor, llevara a los tórculos de Gráficas del Sur, con todo cariño, con derroche de arte, dos obritas mías, que cuidó como si él las hubiera escrito. Una fue mi discurso de ingreso en Buenas Letras, "Sevilla, Patrimonio Inmaterial", para el que me buscó viejos tipos móviles de Ybarra, Rivadeneyra total, capitulares clásicas. El otro fue una sorpresa. Don Eduardo Ibarra me invitó a dar la primera Exaltación de la Santa Cruz me la Hermandad del Silencio. Y sin decirme nada, editó a sus expensas el texto, en 500 ejemplares numerados, naturalmente que al cuidado de Joaquín Sáenz en su imprenta, con mimo de artista. Luego, Joaquín ganó fama con su exposición, ya histórica, de "La imprenta del pintor", el paisaje industrial de su mundo. Al recordarlo como grande del arte del Sevilla, verán que yo me quedo con sus raíces de familia y arte. Más que con "La imprenta del pintor", con el sevillano que se hizo pintor, y qué pintor, en la imprenta de su padre en la calle San Eloy.

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