ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 12 de septiembre de 2017
                               
 

Pido 5 veladores, 5

Con toda la buena voluntad del mundo y una mijita más, de cominito, la Cámara de Comercio está elaborando un Catálogo de Comercios Tradicionales de Sevilla, para dar un sello de calidad a estos establecimientos y, de paso, resaltar su valor patrimonial en la ciudad. ¿Y saben lo que digo sobre tan loable iniciativa? Lo de los comienzos de Juan Belmonte. El Pasmo de Triana revolucionó de tal forma los terrenos y las distancias en el toreo de su época desde sus mismos comienzos como becerrista y novillero sin caballos, que cuando empezaba se decían los buenos aficionados unos a otros:

-- Date prisa en ver a Juan Belmonte antes que lo mate un toro.

Bueno, pues a los amigos de la Cámara de Comercio, empezando por mi respetado presidente, don Francisco Herrero León (que se escribe así y se pronuncia "Paco Herrero"), les digo como alertaban los protobelmontistas:

-- Dénse prisa en hacer el Catálogo de Comercios Tradicionales de Sevilla antes de que no quede ni uno vivo.

No hay día que no muera un comercio tradicional, que no cierre un bar de toda la vida o un restaurante tela de clásico. Como el otro día nos enteramos, ay, de la defunción del Bar Asturias, que la Santina tenga en su gloria y los que fuimos sus leales clientes en el recuerdo de su arroz con leche y del compango de su fabada. Hagan la prueba. Dense un garbeo por el centro y seguro que encuentran una franquicia nueva que ayer no estaba. ¿Han visto a qué velocidad cambia el paisaje comercial del centro? Las propias franquicias nuevas cierran a veces al mes o los dos meses de estar abiertas. Pasas por una parte de la calle Sierpes, por ejemplo, y ya no es igual que antes de que te fueras de veraneo. Ya han cambiado hasta las franquicias que pusieron en los locales de los comercios tradicionales; ahora hay ya otras.

El ejemplo de cuanto digo lo tienen palpable en la calle Córdoba, antigua de Alcuceros. De golpe y porrazo perdió aquel ambiente tan propio y gremial de una zapatería clásica al lado de otra. Llegaron las franquicias. Pero es que otra vez han vuelto algunas zapaterías a los locales donde desaparecieron hace un tiempo. Ves la calle Córdoba de este septiembre de la preocupación general por Cataluña y percibes que ya no es la misma por la que pasaste cuando el Corpus. Los cambios del comercio van a tal velocidad que, ya digo, como no se dé prisa la Cámara de Comercio, no le van a quedar establecimientos comerciales tradicionales que catalogar.

Y según contaba ayer Mercedes Benítez en su reportaje de ABC, el esforzado y valiente don Borja Hernández, empresario de la Confitería La Campana, David incansable frente al Goliat de la burocracia municipal de Urbanismo que la tiene tomada con los veladores de su centenario establecimiento, quiere que su comercio sea incluido cuanto antes en esa guía. Vuelvo aquí a repetir lo de Juan Belmonte: "Protejan la histórica Confitería La Campana antes que la mate el toro de la caprichosa burocracia municipal". El Ayuntamiento se ha cebado con ella en cuestión de veladores. Todos los que no se ha atrevido a quitar en zonas mucho más monumentales, como la Plaza de Doña Elvira o Los Venerables, los ha retirado allí, en redada. Cuando La Campana tuvo de toda la vida Dios al menos sus 5 veladores, 5, pegados a la fachada, con sus clientes habituales y su alegría para la caja registradora. Yo le pido a la Cámara de Comercio que el mejor Catálogo del Comercio Tradicional que puede hacer es conseguir que a La Campana le dejen al menos volver a poner los 5 veladores, 5, de su fachada modernista de toda la vida. Esos 5 veladores, 5 estaban allí, pegaditos a los vitrales Art Nouveau, sin molestar a nadie y menos a los peatones, desde mucho antes que plantaran el quiosco de Curro el de los Periódicos, que vino desde el pequeño local del Agraz de Dolorcitas en la esquina de la calle Rafael Padura, donde un Curro que no era Romero, pero también tela del Betis, con su baby azul mahón y sus malas pulgas voceaba la llegada del "España" de Tánger con los dibujos de Martínez de León.

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