Hay veces en que las cañas se vuelven lanzas y las críticas más ácidas, encendidos elogios. Tal le ha ocurrido a una de las muchas frases que en estas aciagas semanas del catalán golpe de Estado separatista ha pronunciado creo que Pablo Iglesias. Pero no Pablo Iglesias el de la gorra (¡que corra!), el fundador del PSOE en una taberna madrileña donde yo de estudiante, cuando iba mi padre a visitarme a Madrid, me ponía morado y oro de tajadas de bacalao frito. Es el otro Pablo Iglesias, el que empezó como una marioneta de Monedero y ya tiene montado su propio Gulag, donde envía, depurados, a los que se atreven democráticamente a llevarle la contraria, como últimamente ha ocurrido en Cataluña con las maracas de Machín, perdón, de Fachín.
En pleno fregado de la campaña del ilegal referéndum secesionista catalán, creo que fue este Iglesias quien, como un insulto, despectivamente, llamó "el bloque monárquico" a los tres partidos que defienden la Unidad de España, la Constitución, las libertades, la democracia y, como símbolo y motor de todas estas excelencias del sistema, la Institución Monárquica. Dicho insultado "bloque monárquico" estaba integrado por el PP, por el PSOE y por ese partido de nueva planta al que con sus indecisiones, sus tardanzas y su excesiva prudencia, Rajoy le está haciendo la campaña gratis: la próxima de las generales y la inminente de las elecciones autonómicas catalanas de ese día que parece arrancado la letra de un villancico: "21 de diciembre, pom, pom, pom". Me refiero a Ciudadanos. ¿Cuántos votos de los desesperados simpatizantes del PP le ha traspasado a Ciudadanos la cachaza de Rajoy, gallego siempre, eternamente en el descansillo de una escalera donde nunca se sabe si sube o si baja (encuestas aparte)?
Contra los que largan lo de "bloque monárquico" como un insulto, yo digo de estos tres partidos defensores de la Constitución como la letra de la copla: "Tu nombre qué bien me suena". De momento nos recuerda lo que muchos olvidan o quieren destruir: que la Constitución proclama que España es una Monarquía Parlamentaria. Lo de llamar "bloque monárquico" a tres partidos constitucionalistas de este Reino de España es como tachar de "bloque merengue" a una peña de forofos del Real Madrid. Albarda sobre albarda. Pero es que, además, el que pretendieron insulto, a quien exalta precisamente es a Su Majestad. A mí, como partidario de la Institución por razones estéticas e históricas, me suena a Renovación Española, en esta España donde no ha habido un partido que se titule "Monárquico" como tal. Y otrosí: lo de "bloque monárquico" nos recuerda el papel fundamental que Don Felipe VI ha tenido en el mantenimiento de la constitucional Unidad de España frente a los temerarios separatistas catalanes, con sólo dos intervenciones rotundas: su mensaje televisado y sus palabras en la entrega de los Premios Princesa de Asturias. Como las buenas faenas toreras no han de tener más de veinte muletazos, la salida por la puerta grande de la Constitución la ha conseguido Su Majestad con estos dos solos discursos, frente a tanta palabrería que hemos tenido que aguantar, descabellada, destructora de lo que entendemos y debemos seguir entendiendo como España. Como Reino de España, ¿passssa algo?
Con razón las encuestas dicen que gracias a esa firmeza de la Corona en el cumplimiento constitucional de su papel en los más difíciles momentos, la imagen de S.M. Don Felipe VI está más valorada que nunca, desde la abdicación de su augusto padre: un 7,1 me parece. Bueno, pues en estas estábamos, cuando en vez ponerle una bandera de España así de grande, como la de su balcón de usted o la del mío, viene la Federación Española de Fútbol y les pone a las camisetas de la selección nacional una franja morada, lagarto, lagarto, junto al rojigualda. Dicen que son de Adidas. Mentira: son de Podemos por lo menos.
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