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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 17 de noviembre de 2017
                               
 

Un macareno de deseo

Un tesoro que guardo en el disco duro del ordenador es mi correspondencia vía correo electrónico con el poeta sevillano Manuel Mantero, que vive desde 1969 en los Estados Unidos, primero en Michigan ("ojú, qué frío"), finalmente en la sureña Georgia. Pero que vivir, vivir, lo que se dice vivir, vive con el recuerdo de Sevilla puesto en sus versos. Ciudad a la que venía ritualmente cada Semana Santa, parando en un hotel al lado de El Rinconcillo, que tampoco es mal sitio para dormir en la Sevilla donde se tienen los sueños de toda una vida. Citaba a mi querido Mantero a raíz de las elecciones de la Macarena, sabiéndolo devoto de la Esperanza de toda la vida. Y en el honor que me concede de leerme todos los días desde su casa americana, me ha escrito para darme las gracias por recordarlo junto a La Que Está en San Gil, cuyo paso ha esperado tantas Madrugadas y de la que dijo una frase genial: "Todas las mujeres se hacen esperar siempre; pero la Esperanza es una Divina Mujer que no te importa esperarla el tiempo que haga falta".

Y de su macarenismo, me dice Mantero: "No pertenezco a la Hermandad, pero así como los Jesuitas nos enseñaban en Villasís aquello del bautismo de deseo, me considero macareno de deseo". Que tiene una foto de su Virgen enmarcada en su casa de silencio, pinos, rosas, jengibres y lirios. Sobre la que contó una emocionante historia en el número 2 (2012) de "Esperanza Nuestra", el anuario de la hermandad, y que transcribo: "Hace algún tiempo invitamos Nieves --mi mujer-- y yo a un nuevo profesor de la Universidad de Georgia a cenar en casa [...]. El profesor pregunta: "¿Y esa foto, de quién es?". Pongo la gran fotografía de la Macarena de mantilla blanca en sus manos:

-- ¡Guapísima! Es la madre de su mujer, seguro.

Nos miramos mi mujer y yo. Responde Nieves:

-- Sí, es mi Madre."

Óoooooooole, Nieves. La Madre de Nieves y de Manolo en Georgia, donde, jubilado, es "Emeritus Distinguished Research Professor" de aquella Universidad. Este "hermano de deseo" de la Macarena vivió en Sevilla en la calle Alta (actual Manuel Rojas Marcos) y luego en Federico Rubio, a espaldas de la cernudiana calle del Aire. Salió de nazareno. Pero no de merino y terciopelo verde, sino primero de blanco niño de La Borriquita y luego de negro muchacho nazareno del Cristo del Amor. Pero le pasa a Mantero como a tantos sevillanos, que siempre tuvo a la Esperanza como Madre, suya de y Dios. En las mismas horas en que yo lo citaba con las elecciones de Arco y Atrio, qué casualidad, andaba el poeta revisando viejos versos inéditos. "Y he encontrado --me dice-- un poema que creía perdido. Se trata de un soneto en alejandrinos escrito tras ver pasar clamorosamente a la Macarena por la calle Feria en la Semana Santa de 1963, poema que leí días después en el Ateneo de Sevilla. Te lo mando como curiosidad y testimonio, y ojalá no te desagrade." ¿Cómo me va a desagradar, Manuel? Este inédito, a los 54 años de su creación, ve ahora la luz: luz de cirio verde. Y creo que tampoco les desagradará a ustedes. No se lo cuenten a nadie, pero ya en 1963 el poeta Manuel Mantero, como hermano de deseo, juró las reglas de la hermandad de la Macarena e hizo esta protestación de Fe en la Esperanza, escrita en alejandrinos".

"Macarena (Calle Feria. Madrugada, Viernes Santo, abril 1963)

"Delante de ti estamos. Nos sentimos desnudos,/ inermes como mártires en las garras atroces./¡Ave! Todos los vivos somos muertos precoces/y nuestras almas rotas ya no sirven de escudos./Han venido a implorarte los ciegos y los mudos/ y quieren ver, cantar, ¿y tú los desconoces?/¿Volverán los verdugos con las más rojas hoces,/las navajas más íntimas, los martillos más rudos?/Señora, empieza un vivo y la muerte lo acaba./Ante Ti estamos todos, carroña de andariegos,/exhibiendo el gusano, el clavel y el desplante./Gente del Sur, del mundo, viene, grita, te alaba,/ y estamos todos locos, y más que nunca ciegos/ por pedir un milagro teniéndolo delante."

Tú, Manuel, hasta en Georgia, con lo lejos que está Georgia de la calle Feria, sé que tienes siempre delante ese milagro de ver a la Esperanza. Que Ella os proteja y dé larga vida a Nieves y a ti.

 

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