ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla,  Lunes Santo 26 de marzo de 2018
                               
 

Parejas nombradas

La vida es una semana, dijo el poeta Joaquín Caro Romero, y la frase se quedó. Como se quedó también lo que aseguró ,convenciéndonos a todos, que la Virgen de la Esperanza bajó del Cielo a Sevilla para hacerse Macarena. No vivimos una semana única en el almanaque. Vivimos una larga metáfora. Si metáfora de la vida son los días de esta Semana, de la alegría infantil del Domingo de Ramos al "consummatum est" de las puertas de San Lorenzo cerradas tras la Soledad o de los naranjos trasminando el largo camino de despedida a la Esperanza de la Trinidad el Sábado Santo, también lo es el propio cortejo de una cofradía. Se habrán fijado. Tras la cruz de guía, en los primeros tramos, o tras el Cristo, en los primeros de Virgen, los niños, los que salen esta vez primera que nunca olvidarán. Y al final, orden de número riguroso, muy cerca de los pasos, los más antiguos, los que llevan quizá más cincuenta años de hermanos. Van más cerca del Cristo los que ya, por razones de vida, están cada día más cerca de poder ver al Señor casi tan cerca como lo contemplan ahora a través del antifaz.

Y un sevillano va pensando estas cosas tan terribles del paso del tiempo. Un paso, ay, ¿qué es, sino el propio paso del tiempo? Y este sevillano me va diciendo lo que todos pensamos al contemplar, con el paso, el paso del tiempo. Es la cofradía que ya va a entrar, como una vida que se va apagando: "Avanza decidido el paso del Señor, empujando y comprimiendo el cuerpo de nazarenos sin ni siquiera dar tiempo a recargar los incensarios. Que van vacíos lo denota el tintineo de sus cadenillas. Las conteras de las varas de presidencia apurando un tiempo que fue de pastoreo del cortejo, forman un murmullo contra el suelo que ponen contrapunto al racheo del andar firme de los costaleros. Llega un momento en el que parece que nadie es capaz de contener la prisa por terminar, convencidos de la impotencia para manejar el reloj.

"Va llegando el momento angustioso en que el tramo de parejas nombradas, el que resume toda una larga vida vistiendo de negro, ya vislumbra la oscura boca del templo al fondo, a un escaso par de reviradas que son las últimas de un largo recorrido, el cual empezó expectante y esperanzado cuando el cirio era tan alto que la luz superaba los ojos del antifaz. Ese último tramo de cirios numerado en oro y tinieblas, que ha ido creciendo en longitud año tras año con aquéllos a los que la vida se ha mostrado larga, se dispone en breve para terminar el tránsito por la vida.

"La Semana Santa ha caído alta, es aún noche cerrada; ni vencejos, ni luz de amanecer, ni poetas en el barrio del Poeta; sólo una humedad que cae de arriba y que entumece los hombros. El final ya es presente y solo queda un breve cruzar la plaza. A cada paso dado, más cerca el terminar. Unos más, sin parar ni mirar atrás, los auxiliares del capiller, indiferentes, arrebatan de la mano el cirio que llevado al cuadril toda la noche y lo apagan en el cubo de agua donde se extingue el pabilo cuya pequeña luz ha dado categoría de nazareno del Señor ante la Ciudad. El interior del Templo, negro en oscuridad absoluta, se presiente lleno por otros que precedieron. No se sabe lo que habrá en ese más allá, porque nunca nadie ha salido a contramarcha por el dintel hacia fuera para dar cuenta. Los signos que llegan hacen presentir que esto se acaba..."

Y no ha hecho más que empezar. Todo es, como la propia vida, un lento, largo, inexorable, irse acercando hasta el final. Desde aquel primer tramo de los niños nazarenos como de Cabalgata de Reyes, con la alegría de sus caramelos, a estos últimos tramos de los viejos terciopelos, de las gastadas sargas blancas, de las túnicas que fueron negras y se han puesto color ala de mosca. Túnicas que bajamos hace una semana apenas del altillo para que nos las plancharan y que todos sabemos que nos servirán de mortaja. Nos llevaremos esta vida a la eterna cofradía donde nunca se consume la cera de los cirios, porque estaremos viendo la verdadera Luz. Todos nosotros que fuimos hermanos de luz, tenemos esta sensación de ser parejas nombradas "antes que el tiempo muera en nuestros brazos".

 

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