Me la estoy jugando con las feminazis. ¿Pues no que he puesto en el título "Haga un máster, hombre", sin tener en cuenta la igualdad de género, como manda la Laica Inquisición de lo Políticamente Correcto, y de la mujer no he dicho nada? Como poco me llamarán machista. Qué le vamos a hacer. Prefiero la hermosura de nuestro lenguaje coloquial a las ataduras igualitarias que suelen ser, además, gramaticalmente incorrectísimas, como eso de "sevillanos y sevillanas", "vecinos y vecinas" y "feriantes y feriantas". Con lo que si nos metemos en el paseo de carruajes en el Real nos haremos un lío, y no sabremos si estamos en la Feria de Sevilla o en La Caleta de Cádiz, pues según esta imbecilidad de lenguaje superhipermegacorrecto contemplaremos coches tirados por "caballos y caballas". Caballas para asar. Con piriñaca.
Hecha esta "excusatio non petita", o sea, "accusatio manifesta", vamos al turrón, como si ya estuviera plantado el viejo y tradicional puesto de David Soto. No sea usted menos que Cristina Cifuentes, hombre. Haga un máster. Y si es de aquella manera, mejor que mejor. Yo no sé por qué se la han liado a la señora Cifuentes, cuando hay másteres y señores con máster que los ves y sospechas lo peor. Por ejemplo, y aunque esté feo el señalar: te hablan de un señor que se dedica a la compra y venta de cosas y de casas, a lo que toda la vida de Dios se ha llamado en Sevilla "un corredor", de los que hacían los tratos en plena calle Sierpes, a la puerta del Mercantil, y aunque te consta que no tiene ni terminada la ESO y fue expulsado de los mejores colegios de Sevilla por mal estudiante, te aseguran, muy serios, sobre el andova:
-- Ten en cuenta que es máster en Técnicas de Mercadotecnia por el Instituto San Telmo.
¿Por qué no vamos todos a ser menos que ese corredor de trigo duro o de solares por especular? Hagamos un máster, hombre, que se lleva tela. Másteres adaptados a nuestra tierra, naturalmente, pegados al terreno. Por ejemplo, los que siguen, (y se admiten más propuestas de másteres de pitorreo para futuros artículos, si me los envían al correo electrónico redcuadro@yahoo.es):
Máster en poner un apartamento turístico con menos papeles que una liebre.
Máster en apaciguar a los propietarios de otros pisos de la comunidad de vecinos donde han puesto ese apartamento turístico y no vean las escandaleras que forman los guiris cuando llegan borrachos a las 3 de la mañana.
Máster en colocar 42 veladores en la terraza de un bar al que el Ayuntamiento le ha dado licencia para sólo 22.
Máster en pagar por el método sevillanísimo de "ya me pasaré por aquí otro día para liquidarte la factura de esto y de lo otro que me llevé el otro día y que tenemos pendiente".
Máster en ir de válvula a los toros gañoteando un pase de burladero de callejón, que es lo que mola, porque encima al día siguiente te sacan retratado en el ABC junto a Ramón Valencia o a Joaquín Moeckel.
Máster en pedir platos de jamón serrano ibérico de bellota en esa caseta donde te has colado de gorra y que, encima, te lo traiga el camarero inmediatamente y ni siquiera andes sentado en una mesa con la familia de Don José, que es por quien, preguntando si estaba, te has colado por toda la cara.
Máster en presumir de ser socio del Aero y de Pineda, cuando en realidad el tío lo es de la Peña Bética de la Puertalacarne.
Máster en Ojana Sevillana de La Resolana y en Ojaneta de La Barqueta.
Y el más difícil de todos: Máster en Decir Que No. Yo lo tengo. Cum Laude. Es lo más difícil del mundo. Muchos de los males que aquejan a Sevilla existen precisamente por eso: porque aquí nadie suele tener el valor de decir que no. De ahí que triunfen todos los osados que se lucran de la prudencia ajena.
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