ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 15 de septiembre de 2018
                               
 

Lagarto, lagarto...

El Ayuntamiento ha acometido la restauración de la monumental Cruz de la Cerrajería. Tras una vida de ajetreos y traslados fue colocada en la Plaza de Santa Cruz en 1918, cuando Sevilla "turistificó" el barrio de dicho nombre, de cara a la tantas veces aplazada Exposición Iberoamericana, por iniciativa del Marqués de Vega Inclán, alcaide del Alcázar, entonces vedado Palacio Real del Patrimonio de la Casa de S.M., que se abría a los sevillanos en contadas ocasiones, como en la mañana del Corpus, cuando tras la procesión todo el mundo podía entrar gratis a sus jardines.

Ayer fue la festividad de la Exaltación de la Cruz, que celebró por todo lo alto la Hermandad de la Carretería y que debían honrar precisamente allí, en la Cruz de la Cerrajería, la hermandades sevillanas del Rocío. Pues esa monumental forja es obra de un almonteño, sin mezcla de Villamanrique alguna: de Sebastián Conde, herrero artístico que la labró para que fuera colocada en 1692 no donde ahora, sino en la mismísima calle Sierpes, en la esquina con Cerrajería. ¿Se llama Cerrajería esa calle por esta Cruz del mismo nombre que estaba en su esquina? El patriarca don Santiago Montoto lo desmiente: dice que se nombró "de la Cerrajería por las muchas tiendas de los de este oficio establecidas en ella". Y puestos a citar clásicos de la Historia de Sevilla, me quedo con la tesis de Alejandro Guichot en un libro que les recomiendo, "El Cicerone de Sevilla". Dice que la Cruz colocada en la esquina de Cerrajería (como ahora está el quiosco de Prensa) fue llamada "Cruz de las Sierpes", por las cuatro que tiene antes de su remate, sosteniendo cada uno de los reptiles un farol. Según Guichot, ni leyenda de la serpiente que se comía a los niños crudos y que capturó un esclavo que con ello ganó su libertad, ni nada: que Sierpes se llama así por las cuatro de hierro pelado que labró el almonteño Conde en la Cruz colocada en la mitad de la calle. Y que tenía que ser desmontada cada vez que venía la comitiva de un Rey en visita a Sevilla. Hasta que fue definitivamente retirada en 1840; hasta cuatro veces la tuvieron que desmontar, incluso quizá para no tener tampoco fías ni porfías ni cuestión con cofradías para el paso de las hermandades de penitencia. Fue enviada al Convento de las Mínimas, de donde en la Desamortización de Mendizábal (como ahora quiere Sánchez la suya pensando en la taquilla de la Catedral de Córdoba) fue enviada al recién creado Museo de Bellas Artes, tópica "segunda pinacoteca de España". -

Y fue precisamente don Santiago Montoto como concejal a quien se le ocurrió en 1919 poner la Cruz en la plaza que en el solar resultante del derribo desamortizador de la iglesia de Santa Cruz "inventó" el arquitecto don Juan Talavera, que labró allí tres edificios, entre ellos su propia vivienda, que es donde ha estado hasta la muerte de María Luisa del Vando el restaurante La Albahaca. Y en este año de Murillo no se ha recordado, por cierto, que en algún lugar de esa plaza, quizá bajo ese portento de forja almonteña, esté enterrado el pintor de la Purísima, sepultado en la desamortizada y demolida iglesia de Santa Cruz.

Pero vamos al asunto que mueve este artículo: las 4 serpientes, 4, que tiene la Cruz de la Cerrajería. Quizá el almonteño Sebastián Conde no sabía el alipori que nos dan a los sevillanos los reptiles, ¡lagarto, lagarto! Es una contradicción que, con estos sentimientos, la principal calle de Sevilla lleve el nombre de las Sierpes de la Cruz de la Cerrajería. No quedan ahí las contradicciones. La actual calle Villegas, antes de la Costanilla de San Isidoro, era la calle Culebras, lagarto, lagarto. Y como si fuéramos todos objetores de Chemise Lacoste, el cocodrilo del Patio de los Naranjos que regaló el Soldán de Egipto al Rey Sabio es por antonomasia "el lagarto de la Catedral". Así que Sierpes, Culebras y Lagarto... ¿No te digo lo que hay de contradicciones en esta Sevilla nuestra a la que tanto repugnan los reptiles? Masoquistas que somos. ¿Que te dan horror las serpientes de Sierpes, ahora en la Plaza de Santa Cruz? Pues, ¡toma!, un lagarto tamaño XXL en la mismísima Catedral.

 

 

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