ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  18 de septiembre de 2018
                               
 

Dá un toque

Comentábamos ayer la acertada consideración bacaladera de don Manuel Barea Velasco: por cada abuela sevillana que muere se pierden para siempre treinta recetas de cocina tradicional que ya no vuelven a recuperarse. Nada de eso queda en el "disco duro" de la memoria de la ciudad, de sus usos, sus costumbres. Me gusta de vez en cuando pensar que cada sevillano tiene en su cabeza un disco duro con esta memoria de la ciudad, a la que solemos llamar tradición, rito, costumbre. Cosas nuestras. Hemos cruzado los brazos y Sevilla se nos va. Verso por cierto de una sevillana que también, como "El Adiós" o "Pasa la vida", escribió Manuel Garrido, en este caso con música de José Manuel Moya y cantada por Los Romeros de la Puebla. Copla que nadie ha recordado en el pañuelo de silencio con que le hemos dicho adiós a quien le dedicó a la Esperanza de Triana su hermosa Salve Marinera. Como muchos creen que esta sevillana es del Pali, porque es su estética y parece enteramente de su mundo del Postigo y del Baratillo, no estará de mal recordarla, como un último adiós al amigo que se ha ido y algo se le ha muerto en el alma a la copla: "Hemos cruzado los brazos/ y Sevilla se nos va./ Al río estamos tirando/ lo que ya no volverá./ Alerta los sevillanos,/ que Sevilla es nuestra gloria/ y se nos va de las manos".

¿Se nos va de las manos o se nos ha ido ya para siempre? La Sevilla en que Manolo Garrido escribió esta copla aún conservaba mucho de lo que ya, ay, se ha perdido. Era, por ejemplo, una Sevilla sin franquicias y aún con muchos comercios tradicionales ya desaparecidos para siempre. Una Sevilla sin tantísimo velador para pegarse trompezones (vulgo tropezones) por las aceras. Y ya que he dicho esta palabra tan nuestra, "trompezones" por tropezones (quizá por analogía con trompo, que es "peonza" en Castilla), al hilo de las tablas de la consideración de Barea sobre la cocina popular pienso que con cada sevillano mayor que muere desaparecen muchas palabras nuestras. Sin ir más lejos en el tiempo ni en el espacio de estas páginas de ABC, Antonio García Barbeito titulaba ayer su artículo campero de los lunes con una palabra ya perdida: "Moniato". ¿Qué es un moniato? No, no tiene nada que ver con los monjes. Un moniato es un boniato. Que es como aquí le llamábamos a las batatas. El otro día, en un restaurante de los del cuento del alfajor de la nueva cocina, me pusieran unas que parecían patatas fritas, pero con un sabor distinto. Pregunté al camarero qué eran. Y me dijo:

-- Es batata frita.

El abuelo de este camarero me hubiera dicho que eran moniatos fritos. Sí, moniatos, como las almóndigas y los artamuces. Palabras que se van perdiendo con los últimos hablantes de un léxico popular sevillano riquísimo, en el que he pensado cuando he escuchado que alguien decía:

-- Oye, tú que tienes más confianza que yo con Manolo: a ver si le das un toque para que me pague una factura por mis servicios que le mandé hace ya tres meses, que se la he reclamado varias veces y ya me da hasta vergüenza decírselo.

El toque... Como en el flamenco: el cante, el baile y el toque. Qué sevillano es esto de "dar un toque". Con mil acepciones y utilidades. Dar un toque es también pedir dinero, dar un sablazo. Oyes decir, cuando se acerca alguien con fama de sablista:

-- Ten cuidado con ese, que como te descuides te da un toque y te saca 200 euros. A mí me los sacó y todavía estoy esperando que me los devuelva.

Toque también es el levísimo movimiento que da el torero a la muleta para provocar la embestida del toro. O que lo cite un banderillero con el capote para llevarlo a un determinado terreno:

-- ¡Tócalo, tócalo!

Sí, como en "Casablanca": "Tócala otra vez, Sam". Lo que pasa, a diferencia de la película histórica y monumental, es que aquí Sam cada vez la toca menos otra vez. Cada vez se dan menos "toques". Porque como decía Barea sobre la cocina de las abuelas, con cada sevillano que se nos va muere un parte de nuestra riquísima forma de hablar.

 

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