Día de la Novelería
Lo teníamos que instituir todos los años en el calendario como algo sevillanísimo, aunque sea día laborable, tal como han dejado a San Fernando. Porque ayer fue una celebración tan sevillana como el Día de la Novelería, con motivo de la apertura al público de esa nueva calle Sierpes o calle Tetuán que es la galería comercial de la parte baja de la Torre Pelli, como las Gradas de esa espuria Giralda que le surgió, ay, al cielo de Sevilla, más perdido ya que el barco del arroz. De ese arroz que siempre está en los bares clásicos "acabaíto de salir", aunque lleve hecho tanto tiempo que se pueden coger desconchones con él.
-- Pues lo que le faltaba al comercio tradicional eran las tiendas nuevas de la Torre Pelli para que acabe dando las boqueadas.
Sevilla va que se las pela. No sé hacia dónde ni cómo, ni con qué dinero, pero va que se las pela. Quizá hacia no ser Sevilla misma, y al soneto de Quevedo sobre la búsqueda de Roma en Roma me remito, para evitarles la pedantería de la cita. Tal y como se han puesto las cosas, un comercio que no tenga una sucursal o su sede central en la galería de tiendas de la Torre Pelli, ni es comercio ni es nada. Estar allí (hasta Marypaz está) es como un cuadro de honor de la modernidad, que no seré yo quien no lo cuelgue aquí, para constancia de las generaciones venideras en las hemerotecas. Es como una letanía de los que están a la que salta. En moda y complementos, la novedad novelera de toda novelería de Primark, la que se iba a poner junto a La Adriática en la Avenida y acabó allí, como H&M, Mango, Women'Secret, Springfield, Hunkemöller, Calzedonia, Tezenis, Foot Locker, JD Sports, BIBA, Parfois, Arcopedico, Flying Tiger, Time Road, Joya y Diseño, José Luis Joyería, Mayoral, Ikea, Casa, Marypaz, Aromas y Oteros Training Sport. En salud y belleza, Be Beauty, Jean Louis David, Soloptical, Multiópticas, la «macrofarmacia» Botiq y el centro de fitness YO10, un gimnasio por todo lo alto. Más la FNAC, Xiaomi, Movistar, Vodafone, Orange y Game, ¿será por teléfonos móviles? Y una gran oficina de CaixaBank, que es la madre de la criatura. ¿Y de comer y beber y de tapitas, qué tenemos? Pues tenemos El Papelón, Barajas 20, La Industrial, Premier, Mascarpone, UDON, Tony Roma's, Starbucks, VIPS, La Tagliatella, Subway, Burger King, Granier, The Good Burger y Dunkin Coffee. Descuide, que en ninguno ponen sangre encebollada o pavías de bacalao.
Tal es la novelería sevillana que puso ayer aquello, tan moderno, tan clásico como de bulla de Domingo de Ramos, hasta con cochecitos de niños chicos para pegarte en todos los tobillos. Quien no abriera ayer establecimiento allí parece que no existe. A los ojos de la novelería sevillana. Para cumplir con mi apotegma sobre las condiciones para que un acontecimiento tenga éxito en Sevilla, faltaban los tambores y cornetas. Suelo decir: "En Sevilla todo lo que sea en la calle, de balde y con tambores y cornetas, tiene el éxito asegurado". Las dos primeras condiciones se cumplieron. Los tambores y cornetas fueron cambiados por los bocinazos de los coches en los embotellamientos de la novelería motorizada, de los cambios de sentido en las calles y de la búsqueda de los aparcamientos. Pero era en la calle y de balde. "El jubileo de la pesteña", que decían los sevillanos antiguos. "El discreto y dulce oficio de mirar", que escribió Góngora. Mucho mirar y poco comprar. De lo que los comerciantes del centro se quejan sobre los turistas chungaletas, trasladado de sitio y de tipo de público. Visitantes locales, sevillanos noveleros dándole a la pestaña, sorprendidos por todo:
-- ¡Mira, niña, mira esto!
El Día de la Novelería hizo un descaste importante de canis en el Nervión Plaza y en Los Arcos, así como de sevillanos noveleros en el centro. Así que hoy los sevillanos, siempre en la dualidad barroca, siempre de capa o de cola, del Sevilla o del Betis, nos dividimos en dos nuevos grandes grupos: los que estuvieron ayer novelereando en la apertura de las tiendas de la Torre Pelli y los que no estuvimos. Incluso hay un tercer grupo: los que a pesar de lo que cuentan los que vienen maravillados, nos tenemos todavía que pensar mucho poner un pie allí. Donde a algunos no se nos ha perdido absolutamente nada.
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