ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  4 de enero de 2019
                               
 

Mi carta al Heraldo

Querido Heraldo de los Reyes Magos: no sé si esta tarde esta carta me la recogerá una beduina y se la meterá en la como talega colgada al hombro que llevar suelen para las misivas de los niños a los Reyes. Porque no sé si la impaciencia que conservo, como la ilusión, desde cuando niño, me hará esperar a que llegue el palanquín de los sueños, que cuatro beduinos portan como un trono vacío, como un palio sin Virgen, como una ambulante cama balinesa de un hotel veraniego de los caros, caros. En todo caso, le ruego, oh Heraldo, que antes de montar en vuestro caballo a la puerta del Ateneo reúna a su tropa y le advierta:

-- Cuando recojáis las cartas ahora durante el recorrido, al pasar por la esquina de la calle Bayona, frente al Sagrario, tened cuidado con una que os va a entregar un niño ya zagalón que empieza a peinar las nieves del tiempo, y que pondrá en el sobre que es para mí, no para Sus Majestades.

Lo que no sabéis, querido Heraldo, es que esta carta que intentando escribiros estoy no es para pedir una recomendación para que los Reyes me traigan todo lo que pido. No. Es una carta con mi felicitación a su excelencia, Heraldo de los Reyes. Por su sevillanía. Por haber sabido, en tan cortos años, hacer tan honda y como antigua una tradición. Aquí nos gusta una víspera más que una pluma a un armao, y habéis sabido convertir la impaciencia infantil ante la Cabalgata en tradición como de siglos, o al menos parece más que centenaria, como si se le hubiera ocurrido al mismísimo Jacinto Ilusión, a José María Izquierdo. Al sevillano le enseñó Cervantes que "el camino es siempre mejor que la posada". Pienso que llegó a esta conclusión en la Cárcel Real donde toda incomodidad tenía su asiento, oyendo tambores y cornetas tras las rejas, junto a la Bodeguita de Entrecárceles. ¿Tambores de una procesión? No, de un bando. Del anuncio de algo que ha de ocurrir como nos gusta: en la calle, de balde y con tambores y cornetas. El sevillano goza la víspera casi más que la fiesta y en vuestro cortejo, oh Heraldo, ha encontrado la horma de la zapatilla del Rey Negro. Viviendo estos anuncios, el sevillano se deleita todavía más en paladear lo que está por llegar.

¡Qué nos gusta una víspera a los impacientemente noveleros sevillanos! Sois, Heraldo, como una cofradía de vísperas ante el gran Domingo de Ramos con caramelos, pero con los mismos globos de La Paz por el Parque, que es la Cabalgata. No hay ni que decir ni qué Cabalgata. Como ya, en tan cortos y hondos años, no hay que decir de quién es el Heraldo. Sois, Heraldo, como el Alguacilillo de la Ilusión que le pide al alcalde la llave de la ciudad para que entren los Reyes Magos. Para que abran algo tan importante como las puertas de la memoria de la ciudad. Las que, aunque derribadas, siguen en pie en nuestro mapa sentimental. Con la llave que esta tarde os dará el alcalde, Heraldo, se abre la Puerta del Arenal, porque "ya vienen los Reyes por el Arenal", desde la Plaza de los Toros donde la organizaba Izquierdo. Hogaño, esa llave que os entrega el alcalde abre todas las puertas de la Ronda que habrá de recorrer la Cabalgata. Abre la Puerta de la Carne, abre la Puerta Carmona, abre la Puerta Osario, abre la Puerta del Sol frente a la Trinidad, abre el Arco de la Macarena, que es la Madre del Dios que ha nacido, abre la Puerta de la Barqueta, abre la Puerta de Triana... Qué maravilla: llaves de la ilusión que abren puertas que ya no existen, pero que estarán más francas que nunca, sin portazgos, para "los niños y los caramelos". Como en estos días la Estrella de Oriente está en La Gavidia, para enseñarnos el camino que ha de llevarnos hasta el Gran Poder de Dios que ha nacido y que está de quinario en San Lorenzo, para que todos seamos los que le llevemos oro, incienso, eso, mucho incienso sevillano, y mirra el 6 de enero. Los niños picardeados dicen que los Reyes Magos son los padres. No, los Reyes Magos existen: son una verdad de Sevilla cada 5 de enero. Para certificarlo, su Heraldo sale a caballo, impaciente y novelero, un día antes. Dicen que es para recoger las cartas de los niños, como la de este zagalón viejorro; pero es para demostrar que el Heraldo de los Reyes Magos es Sevilla misma.

 

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