ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  28 de enero de 2019
                               
 

Heraldo del Cambio

Como la Lotería Nacional para algunos de sus sorteos extraordinarios se va fuera de Madrid con sus bombos y sus niños de San Ildefonso, así la Junta del Cambio (antigua de Andalucía y del PSOE) cogió los bártulos del Consejo de Gobierno y para anunciar la pedrea de sus cargos de segundo nivel se fue a Antequera, centro geográfico de nuestra región y sede del primer acuerdo para lograr la autonomía firmado por todos los partidos en la Transición. Y como niños de San Ildefonso, con el alcalde de Antequera al lado, Moreno Bonilla y Juan Marín han cantado la pedrea de estos cargos de segundo nivel o segundo escalón del poder en las viceconsejerías. ¿Sabe usted qué les pasa a los viceconsejeros? Pues lo mismo que a los consejeros: que no los conocemos absolutamente de nada, ni de nada nos suenan. Con excepciones, claro. Los muy torpes, van y a Antonio Sanz, el que fue anterior delegado del Gobierno en Andalucía, que lo hizo de cine, que se conoce al dedillo los problemas de la inmigración, la droga, el paro, la mafia organizada de la Costa del Sol, el contrabando y lo que le echen, en vez de hacerlo consejero, que tenía categoría, experiencia y méritos para eso y para más, van y lo nombran viceconsejero de Presidencia, Administración Pública e Interior. Viceconsejero de un consejero que no conoce nadie. Messi en el banquillo, vamos...

La excepción de los viceconsejeros de la pedrea conocidos son, como digo, Sanz y Jaime Raynaud, que bien que se batió el cobre en el Ayuntamiento de Sevilla en los tiempos duros de la oposición. Pero el resto, nuevos en esta plaza. No conocemos ni por su nombre a Alejandro Cardenete, designado para gestionar la "superconsejería" del vicepresidente Marín, esto es, Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local. Cardenete lleva desde 2015 colaborando con Ciudadanos y es catedrático de Economía de La Loyola, la Universidad más olvidada de Sevilla y con mayor sentido de la excelencia, porque es la de los Jesuitas. Cardenete tendrá tela de mando, hasta despacho en San Telmo. Stella Benot ha subrayado que "sobre él recaerá un importante peso en la gestión política de la Junta". Pues nada. Usted no conoce al "superviceconsejero", por mucha Universidad Loyola y mucha cátedra de Economía que tenga. Pero, lo que son las cosas en esta puñetera Sevilla, lo va a conocer inmediatamente si le digo que fue quien encarnó al Heraldo de los Reyes Magos el pasado 4 de enero.

-- ¡Acabáramos, hombre, claro que lo conozco! Pues anda que no le echó caramelos a mis chiquillos.

Es más: a Cardenete lo tiznaron de negro como Heraldo, cuando de verdad la que salió tiznada un mes antes, el 2 de diciembre, fue Susana. Como Alguacilillo de la Ilusión, Cardenete le pidió al alcalde Espadas la llave de la ciudad para que entraran los Reyes Magos. Debió de equivocarse el alcalde; le dio una llave maestra, que abría no sólo las puertas de la ciudad a los Reyes Magos, sino las de San Telmo al cambio de Régimen. Cardenete no sólo era el Heraldo de los Reyes Magos, sino el Heraldo del Cambio. (Cambio en el que por cierto hay que decirles lo que yo repetía a Rajoy: "¡Que es pá hoy!" ¡Que se note ya!). Y es además Cardenete la antítesis de Rocío Ruiz, la Consejera Anticofradiera. Es primitivo nazareno de la Madre y Maestra cada Madrugada. Pero quizá sea más todavía del Martes Santo, de La Calzá, de la cofradía de San Benito, donde es el nazareno que porta la Cruz de Guía. De familia sevillanísima, su padre, Manuel Cardenete López, fue director general de la Caja Rural con don Eduardo León Manjón de presidente y luego fundador de La Caixa en Sevilla. Así que además de Heraldo del Cambio, Cardenete llevará la Cruz de Guía de la difícil estación (de penitencia) que le espera a la nueva Junta. Y les digo a Moreno y a Marín sobre él lo mismo que sobre Sanz: hijos míos, guardad para mejor ocasión haberlo hecho consejero. Todos los antiguos alumnos de la Compañía nos hubiéramos puesto contentísimos con este catedrático de la Universidad que lleva el nombre del Himno de San Ignacio que cantábamos en Portaceli: "La legión del Loyola con fiel corazón".

 

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