ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  4 de febrero de 2019
                               
 

Memoria de la Avenida

Sin que nadie consultara a los sevillanos, el día que cortaron a la circulación la calle Tetuán comenzó la aplicación de un nuevo modelo de ciudad que se desarrolló rápidamente. Lo que entendíamos por el centro dejó de serlo. El centro donde hace 50 años el Cortinglés plantó su gran establecimiento, como un nuevo Kilómetro Cero de Sevilla, cual la concha de La Venera, que marca según su cercanía los primeros números de gobierno de las calles. La primitiva red de Metro, cuyas obras medio hundieron la casa de los Guardiola en la Puerta Jerez, estaba pensada para ese modelo de ciudad, con el centro en La Campana. Se pararon aquellas obras con el alcalde Del Valle, y cuando se reanudaron el Metro ya no iba al centro, porque ya nadie sabía dónde estaba el centro en este modelo de ciudad. Luego vinieron más peatonalizaciones, el tranvía, la Avenida cortada a la circulación, la ciudad entregada al turismo. Sevilla no cambió tanto cuando la Expo del 92 ni cuando la Exposición de 1929 como lo está haciendo en nuestros días. Ahora nos hemos encontrado con un nuevo modelo de ciudad, con un casco antiguo que se despuebla de vecinos y se llena de pisos turísticos, con un comercio tradicional e histórico que se arruina y da paso a las franquicias, con bares y más bares, restaurantes y más restaurantes, veladores y más veladores, hoteles y más hoteles. Una ciudad entregada al turismo y degradada de La Campana hacia el Norte, vacía, de balcones cerrados, de locales arruinados, de casas abandonadas, paraíso de los grafiteros.

En todo esto he pensado leyendo ayer en ABC el gran reportaje de Eduardo Barba sobre la Avenida. Empezando porque ahora ya hay que decir de qué Avenida se trata. Antes decías "la Avenida" y todo el mundo sabía que te referías a la de la Constitución, nombre con el que en la democracia el alcalde Luis Uruñuela unió los dos tramos antes dedicados a Queipo de Llano y a José Antonio. Ahora en Sevilla hay muchas más Avenidas, como hay muchos centros, uno en Nervión, otro donde la Torre Pelli... A la Avenida ha llegado el sunami turístico que arrasa a Sevilla. Dice Barba que se despuebla de tiendas y se llena de bares, hoteles y apartamentos. Hasta se despuebla de bancos. Donde estaba el Urquijo se puso la FNAC y ahora lo hacen hotel. Me parece que estamos hinchando una peligrosa burbuja hotelera. Pronto habrá más hoteles que turistas. Tras once años sin coches, la Avenida, aquella por la que provincianamente se paseaba los domingos, de La Campana a Casa Guardiola, no la reconoce nadie. Como yo conozco a la Avenida como si la hubiera parido, porque me parieron allí, evoco ahora el trozo que iba del Coliseo a la Punta del Diamante y queda la memoria de un desierto. Allí estaba la ortopedia de Pedro Jiménez, la tienda de hacer llaves dobles, la heladería Fillol, la cafetería Vía Véneto, un Correos activismo, y en la esquina, el Bar Correos y su ensaladilla. Y luego, la fotografía de Cubiles, y las mudanzas de Gil Stauffer, y Chaves el de las bicicletas (hermano de Chaves Nogales), y el Colegio de San Miguel antes del su derribo, y el hombre que vendía los perritos, y una tienda de repuestos de coches, y la Babcock & Wilcox, y Sastrería Burgos, y el salón de betunearía de Carmona, y la peluquería de señoras Maydole, y la lotería, y Calzados Avenida, y la barbería, y el estanco de Rafael Conde, y Calzados Catedral, y el puesto de periódicos de Paco, y la Caja Nocional, ahora SAS. Y en la esquina de Sánchez Bedoya, Viajes Marsans, y luego la fotografía de Arjona, y la casa de bicicletas de Olmos, y la tienda de regalos El Capricho, y la oficina del Rápido Algeciras, y la confiterìa La Rosa de Oro con su imagen de la Virgen de los Reyes, y el Catunambú chico de la esquina con García de Vinuesa. Y había vecinos. Todos los pisos estaban habitados. Y había por la mañana niños que iban al colegio. Y ropa tendida en las azoteas. Y palmas nuevas en los balcones el Domingo de Ramos. Y colgaduras en el Corpus y la Virgen de los Reyes. Había vida. Vida sevillanísima. Pasaban los tranvías y pasaban los coches. Pasaba la vida. Paseabas por la Avenida y sabías que estabas en Sevilla. Ahora, como no mires a la Catedral en la acera izquierda de Rafael Montesinos, te crees que estás como por ahí.

REPORTAJE CITADO: La Avenida pierde su comercio tradicional y se llena de bares, hoteles y apartamentos

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