ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  14 de febrero de 2019
                               
 

La palanca de cambio

Sí, ya sé que los hombres no somos escopetas. Y los consejeros de la Junta, menos todavía. Y no te digo los presidentes o vicepresidentes. Como sé que no se desmonta en siete días la tupida tela de araña de la red clientelar tejida durante 37 años (más los de Fernández Viagas en la preautonomía) por el Régimen del PSOE. Pero el "¡que es pá hoy!" de los cambios que aguardábamos con toda esperanza tras las elecciones se están haciendo esperar más de la cuenta. Parece que para los cambios dan número, como en la charcutería (maravillosa, por cierto) de Alcampo. Y que el Gobierno del Cambio no tiene cambio ni de un billete de 20 euros.

Dije que PP y Ciudadanos se iban a encontrar en la Junta con los enemigos en plantilla, y que iban muchos a ponerles palos en las ruedas. Lo que no me imaginaba, por mucha fantasía que le echara, es que fueran a nombrar a los mismos que estaban, con mejores puestos todavía. Con todos mis respetos para el nombrado, porque es un ilustre penalista y no quiero líos, ni fías ni porfías ni cuestión con abogacías, no me esperaba que el todopoderoso vicepresidente y vicetodo Juan Marín el de Ciudadanos fuese a poner al frente de la Oficina Judicial y Fiscal de Andalucía al defensor del mayor imputado en el caso de los ERE. Defensor también del tristemente célebre Cuco en el proceso por el crimen de Marta del Castillo. El padre de Marta del Castillo se ha lamentado: "Poco cambia en el cambio". Lo más curioso es que la superconsejería de Juan Marín donde se ha producido este extraño nombramiento es la de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local. Han leído bien: "Regeneración". Aguanten la risa o saquen un pañuelo tamaño XXL para hartarse de llorar.

Pero esperen, que hay más: la regeneración entre comillas y el cambio sin tocar nada no quedan aquí. El que con Susana Díaz era responsable de la Dirección General de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información (que tiene un nombre de chiringuito que apesta) ha sido nombrado por el Gobierno del Cambio como secretario general de Empresa, Innovación y Emprendimiento, organismo que también suena tela a chiringuito de los que había que desmontar y prometieron hacerlo, y sólo han suprimido el Consorcio Guadalquivir, que no hizo más que gastarse 200.000 euros en su festolín de inauguración y después absolutamente nada.

Y hay más, que esto de los cambios sin cambio, del ascenso de los que ya estaban con Susana, es más largo que un Ave en doble composición. El que con Susana Díaz fue director general de Tesorería y Deuda Pública ha sido nombrado director de un chiringuito al que no le han tocado: de la Agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía (IDEA). ¡Qué buena idea, ascender a los que ya estaban y a los que podían suscitar desconfianza por haber servido a Susana Díaz, hacerlos cargos de confianza! Hombre, y no porque yo sea amigo de él y correligionario suyo en el currismo y el beticismo, pero puestos así en este plan, yo recuperaba al muy valioso consejero de Economía de Susana Díaz, al ex rector de la Hispalense don Antonio Ramírez de Arellano, y lo hacía mano derecha de Moreno Bonilla en las cuestiones del parné, de los presupuestos y de no tirar ese dinero público que según Carmen Calvo no es de nadie, salvo del bolsillo donde se lo han rascado a usted.

Ya sé que no se tomó Zamora en una hora ni San Telmo en diez minutos, y que Antonio Machado dijo: "Despacito y buena letra,/que el hacer las cosas bien/importa más que el hacerlas". Con tan buena letra las están haciendo, que ya ven lo despacito que van. ¿Qué pasa? ¿Que no tienen a quién nombrar para los altos cargos? Cuando el PSOE llegó al poder en 1982, Guerra presumía de tener tres carpetas azules de gomillas llenas de nombras de confianza a los que nombrar para dejar a España que no la conociera ni la madre que la parió. Bueno, pues estos están dejando a Andalucía que la conoce bastante bien la madre que últimamente la parió. Que fue Susana Díaz, claro. No es "el cambio tranquilo". Es el cambio pastueño, a paso de carretas del Rocío de la Macarena, Mario Niebla del Toro. Y parece que sin palanca de cambio para meter no ya la quinta marcha, sino ni siquiera "Soleá, dame la mano".

 

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