ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  22 de febrero de 2019
                               
 

Villalobos, menos lobos cofradieros

Hay quien anda por ahí soltando palomas y tirando cohetes, papelillos y serpentinas porque Celia Villalobos ha anunciado que se va de la política...justo cinco minutos antes de que se entere que a Casado, que es un señor sensato, ni se le había pasado por la imaginación ponerla en las listas del PP para las elecciones generales de la Dominica in Albis, vulgo 28 de abril. El problema no es que Celia Villalobos se vaya. El problema era saber qué hacía esta abortista señora en el PP, si le pegaba más estar en el PSOE. Era además de un ordinario tan subido que cada vez que la escuchaba me acordaba de un adjetivo muy de su tierra: "Merdellona". Y paradójicamente estaba tan mal aconsejada por su marido, Pedro Arriola, el asesor del PP, el que le decía a Rajoy que no se pringara en nada, que se pusiera de perfil y que el tiempo todo lo cura. Y así le fue a Rajoy y así le fue al PP aconsejado por el marido de la lenguaraz Celia Villalobos, que me imagino que se irá con ella para aprovechar el porte. No creo que tenga la cara de quedarse metiendo la cuchara en Génova ni que Casado sea tan torpe de fiarse de quien llevó a Rajoy a la ruina de su escaño vacío con el bolso de Soraya ocupándolo, y desatando el caos que tenemos encima con El Tío del Falcon y del Colchón apoyado por los separatistas y todos los que se quieren cargar a España.

La señora Villalobos nos ha dado muchos jornales ganados a los articulistas y muchos días de gloria para hartarnos de reír. Las obras completas de sus salidas de pata de banco superan los errores del "Manual de Resistencia" de Pedro Sánchez, El Tío del Colchón: dijo Sema y se durmió en los laureles de no revisar las barbaridades que le había escrito y puesto en su boca la subsahariana, que es como ahora es políticamente correcto llamar a los "negros" literarios. Se va la Villalobos del hueso del puchero cuando la crisis de las vacas tan locas como ella. Se va la del "¡Vamos, coño, ¡joder!, ¡no son más tontos porque no se entrenan!", de la bronca destemplada, de señorita cortijera antigua, a su famoso chófer Manolo. Se va la del manotazo al micrófono cuando la moción de censura y del "Os vais a aburrir sin tener al PP dándole caña todo el puto día". Se va la que dijo que "hay pensionistas que están más tiempo cobrando la pensión que trabajando, porque son unos vagos". Se va la que llamaba "tontitos" a las personas con discapacidad. Se va la que les dijo a los de Podemos: "A mí me da igual que lleven rastas, pero que las lleven limpias para no pegarme los piojos". Se va la que se ganaba el sueldo en la Mesa del Congreso de los Diputados... jugando al Candy Crush o comprando ropa por Amazon. Y se va, se va, se va, como canta Julio Iglesias, la que antes de marcharse les ha estropeado la concordia entre las dos ciudades, que tan bien toreada llevaban, sin perderle la cara, a los alcaldes de Málaga y de Sevilla. Celia Villalobos ha suscitado una polémica que nunca existió, un enfrentamiento falso y forzado entre las dos capitales andaluzas, porque ni Sevilla tiene nada contra Málaga ni Málaga tiene nada contra Sevilla. Cada ciudad es como es y se busca las habichuelas como puede, con su turismo o con sus museos, con su parque tecnológico o con su cabecera de la Junta. Lo que Juan Espadas y Francisco de la Torre han cuidado tanto, Celia Villalobos se lo ha cargado en un momento. Se va matando. Ha saltado sin motivo con lo que nadie hace ni en Málaga ni en Sevilla: echar a pelear las dos Semanas Santas. Y sin que viniera a cuento, como todo lo suyo, ha soltado la buena señora: "La Semana Santa de Málaga ha superado a la de Sevilla". ¿Pero esto que es, señora Villalobos de Arriola? ¿La conmemoración de la Pasión y Muerte de Cristo según nuestras tradiciones o la Copa de Europa? Nadie tiene que superar a nadie. No hay un marcador de Semanas Santas. Cada cual hace y vive la Semana Santa según su modelo y sus tradiciones. No hay una Liga Santander de las Semanas Santas de España, buena señora. Nadie viendo en Málaga a los legionarios con su Cristo de la Buena Muerte se acuerda de Sevilla. Ni nadie, viendo el tintineo de las mariquillas en el pecherín de la Virgen de la Esperanza se acuerda de los tronos de Málaga. Nada más que usted, señora, que le gusta un escándalo más que una tiza a uno de sus tontitos...

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio