ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  16 de marzo de 2019
                               
 

Guías telefónicas

Si usted recuerda cuando había guías telefónicas, tiene más años que un palmar. Las evoco porque acaban de traerme las actuales Páginas Amarillas y no son lo que los que vamos por el plan antiguo de la nostalgia entendemos como una guía de teléfonos de toda la vida. Cómo será ahora la única superviviente de las guías de teléfonos, estas Paginas Amarillas como de bolsillo editadas por PADigital, que caben por debajo de la puerta, como el sobre de una carta un poco abultadito. Y eso que tiene 266 páginas, pero ya sin aquellos formatos grandes, ni papel gordote con letras grandes, y aquellos lomos tan gordos que hasta traían publicidad. Recuerdo a más de un consignatario de buques del Arenal cuyo anuncio ningún año faltaba en el lomo de la guía. Hasta tres guías editaba Telefónica, a cuál más útil: la de páginas blancas, la de páginas azules y esta superviviente de amarillas. La de páginas blancas era un tocho considerable y lo que más nos sorprendía a los provincianos que íbamos a hacer el cateto a Madrid era que en la habitación del hotel te encontrabas la guía de teléfonos... ¡y eran dos tomos! Uno, por ejemplo, de la A a la M, y otro de la M a la Z. En la nuestra venían los teléfonos de Sevilla y luego los de los pueblos de la provincia, por orden alfabético. Y siempre te sorprendía que había pueblos grandes, como Écija, Osuna o Dos Hermanas, que tenían páginas y más paginas de apellidos con sus domicilios y números de teléfono correspondientes.

-- Pues ahora, con la Protección de Datos, cualquiera es el guapo que edita una guía de teléfonos con todo lo que dices.

No, no fue la Ley de Protección de Datos la que acabó con las guías de Telefónica. Fueron, creo yo, los teléfonos móviles. Como nunca hubo guía de teléfonos móviles, ni en los iniciales tiempos de Moviline, poco después de la Expo, que los tenía muy poquita gente, no sé por qué Telefónica dejó de editar sus utilísimas guías, donde encontrabas el número del dentista, o el de la tienda donde querías preguntar si tenían lo que buscabas, o el del cosario de Algámitas, o el restaurante donde querías localizar a Pepe, que siempre paraba allí con una peña de amigos también béticos los viernes al mediodía. Tan útil como la guía de páginas blancas o más todavía era la de Páginas Azules, con los teléfonos clasificados no por orden alfabético de apellidos o razones sociales, sino por calles de Sevilla. Venía el nombre de la calle, dónde comenzaba y terminaba, el distrito postal, y después, del 1 al último número de gobierno de la vía, todos los teléfonos, casa por casa. Tú, así, podías buscar el nombre de ese vecino de Pepa que sabías que se llamaba Vázquez y vivía, como ella, en Virgen de Consolación. Te ibas Virgen de Consolación en las Páginas Azules, y como sabías el número de la casa donde vivía Pepa, al momento encontrabas que el Vázquez que buscabas se llamaba José Antonio, José Antonio Vázquez García. Aparte, naturalmente, de ponerte allí su número de teléfono.

Y luego estaban las que han sobrevivido en este formato actual como de bolsillo: las Paginas Amarillas, que eran las comerciales, para buscar fontaneros, albañiles, electricistas o ferreterías. Las guías telefónicas eran (y son) un tesoro para conocer la ciudad. Yo guardo algunas de las últimas en la biblioteca, como un libro de consulta más, especialmente las de páginas azules, donde pones en pie una Sevilla ya desaparecida, calle por calle, casa por casa, quiénes vivían en San Vicente,42 o quiénes en Macasta, 18. Tan valiosas son las de teléfonos para conocer la Sevilla de mediados a finales del siglo XX como la histórica Guía de Zarzuela para buscar datos de la Sevilla de inicios de siglo. Bienvenida, pues, por lo que tiene de reliquia, la guía jibarizada de páginas amarillas, por el mundo de nostalgias que pones en pie. Y digo yo finalmente: sin guía de teléfonos, ¿cómo sabe la niña de Orange nuestro número para despertarnos la puñetera todas las tardes en plena siesta?

 

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