ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  19 de marzo de 2019
                               
 

Las palmas que perdimos

No, no son las palmas bendecidas el Domingo de Ramos, las que con cintas con los colores de la hermandad de cada hogar se ven todavía, y que sea por muchos años, en los balcones de muchas casas de Sevilla; ahora ya mustias, esperando también en la Cuaresma la nueva que ha de llegar con todo gozo en la próxima Semana Santa. Tampoco son las palmas que se tocan a los toreros por cortesía más que por entusiasmo, y a las que los cronistas antiguos hasta les ponían un diminutivo con las del beri en los telegramas de agencia con el resumen de los festejos: "Palmitas en su primero y silencio en el segundo". No son las palmas del martirio de Santas Justa y Rufina. Tampoco es Palmas, apellido o apodo del betunero fijo de plantilla que había en el café de la Punta del Diamante, cuando la de limpiabotas no se tenía como una profesión infamante y los había con la chapa del establecimiento puesta al pecho, y de uniforme azul mahón, en todos los buenos bares de Sevilla.

Las palmas a que referirme quiero desde la nostalgia son las que de niño escuchaba, por ejemplo, en la terraza del Bar Correos, en la esquina de la Avenida con Almirantazgo, frente al descuidado magnolio de la Catedral, donde ahora La Ibense. Para llamar al camarero, en las terrazas de Sevilla los clientes daban palmadas. En las terrazas de Sevilla y en los veladores de los casinos de los pueblos sacados al fresco en el verano. En el centro y en los barrios. Las palmas eran una forma de llamar al camarero como ahora esos aparatitos electrónicos e inalámbricos con tres botones a modo de timbre que te ponen en algunos hoteles o reservados de restaurantes para que llames al servicio cuando lo necesites. Cuando las terrazas estaban llenas y los camareros eran escasos, aquello parecía el final de una función teatral, qué de palmas se escuchaban. Casi un aplauso formaban las de unos clientes, que querían pedir otra cervecita y otra tapa de ensaladilla, y las de otros que deseaban solicitar la cuenta para pagar. Tanto palmerío se armaba, que en la citada terraza del Bar Correos había un camarero de oscura tez, a quien llamaban El Gitano y probablemente de esa etnia sería, con mucha gracia, seguro que trianero, que cuando estaba muy liado y eran muchos los clientes que lo llamaban a palmadas, decía a todos:

-- Yo sé que he estado bien, pero no es para que me aplaudáis tanto. ¡Ya veréis cómo estoy en el segundo toro!

Óle la gracia de Sevilla y de Triana. La de los viejos camareros que se están perdiendo con tanto interino de Hostelería al que le dan una bandeja y le ponen un delantal con correas de cuero sin que tenga el pobre la menor idea ni del oficio ni de cómo tratar a los clientes. ¡Cualquiera llama ahora a un camarero en una terraza tocándole las palmas! Seguro que vienen los sindicatos y dicen que eso va contra la dignidad laboral. Y menos mal que ha desaparecido esa costumbre, porque con la cantidad de veladores que hay en las calles, miles, y con la cantidad de terrazas, otros tantos de miles, el palmoterío sería de ovación cerrada en muchos sitios. ¿Se imaginan esa Plaza de los Terceros, esa Cuesta del Bacalao, esa calle Albareda (por sólo citar algunas de las empetadas de veladores) con todos los clientes tocando las palmas para llamar al camarero? Sería una ovación...y vuelta al ruedo Y, además, como las terrazas están unas al lado de otras, camarero habría que, al oír las palmas, ni sabría dónde acudir, harto de llegarse a un velador que no era, porque era desde la terraza de al lado desde donde habían pegado los clientes las palmotadas.

Sé que los vecinos sufridores de terrazas de veladores me dirán: "Sí, hombre, con el jaleo que forman hasta las tantas, lo que faltaba era que encima tuviéramos que aguantar las dichosas palmitas en los veladores..." ¿Pues saben lo que le digo, completamente en serio? Que si usted recuerda cuando en las terrazas se llamaba a los camareros tocándoles las palmas, tiene más años que un palmar. No de Troya, sino, por ejemplo, de la misma edad, más o menos, del palmar de este servidor de nostalgias de ustedes...

 

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