ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  25 de abril de 2019
                               
 

Espejos de Sevilla

Sostengo que Sevilla tiene dos espejos simbólicos donde se mira y se cree reflejada como la ciudad ideal que sueña y que no siempre se corresponden con la realidad: la Semana Santa y la plaza de los toros. Especialmente, la plaza del Arenal, donde soñamos una Sevilla sin carriles bici, sin turistas arrastrando maletas de ruedas, sin proliferación de bares y veladores, sin patinetes ni cuatro mil hoteles nuevos, ni pisos turísticos, ni degradación del Barrio de Santa Cruz, ni conversión de la ciudad en un Parque Temático de sí misma. ¡Eso sí que es una ciudad sostenible! Sosteniendo sueños y evocaciones, desafiando al tiempo, manteniendo ritos, ¿les parece poco?

Pero dos recentísimas Cartas al Director de ABC, dos, me hacen pensar que uno de esos espejos, la plaza de los toros, es tan fiel para devolvernos la imagen de una Sevilla soñada, que ya empieza a reflejar a la ciudad tal como es. Una de estas dos cartas vino ayer mismo. La firmaba desde Pilas don Mario Suárez. Decía: "La Maestranza es la única plaza del mundo en la que el silencio suena. Impresiona que más de doce mil almas no impidan que se escuchen los sonidos que provienen del ruedo. Se escuchan todos los sonidos. Los bufidos del toro, los derrotes en los burladeros, los zapatillazos de los banderilleros, los cites del torero y sobre todo los sones de la banda. Un silencio que sólo se ve roto ante una gran faena, cuando el público, embargado por la emoción, lanza esos "bien" propios de esta plaza, que al principio son casi imperceptibles, pero que van in crescendo junto a la intensidad de lo que está ocurriendo en el ruedo". Perfecta descripción. A la que añado mis vencejos de mi alma, los abonados más líricos de la plaza, tan buenos aficionados.

Esa carta que venía ayer es el sueño que muchos sevillanos llevamos dentro. Ese sueño de ciudad en forma de plaza de toros. De cuyo ruedo dije que era el ojo de Polifemo que contemplaba a Sevilla; ojo al que Alberto García Reyes descubrió en su antológico Pregón Taurino que se llegaba por la calle Iris: eso se llama oftalmología poética de los ritos. Pero es que esto que soñamos, como tantas cosas en Sevilla, ya no es como era. He citado esa carta de don Mario Suárez, pero antier venía desde Coria del Río otra don José F. Sánchez Alvarez, con el título de "El señorío de la Plaza de Sevilla". Decía: "La copla dice "y la plaza de Sevilla,/mire usted qué señorío". Pero el señorío no es atributo de quienes sean ricos, tengan títulos o sean famosos, pues viene con la persona, sea de la escala social que sea. Escribo esto como preámbulo a expresar la decepción que he tenido al presenciar la reacción de unos pocos, que han respondido con pitos a un arrimón de los de jugarse la vida de Roca Rey, que se ha entregado de verdad profunda, permitiendo que un mal toro le tome la medida de toda su anatomía con la punta de los pitones de una forma espeluznante en esa corrida del Domingo de Resurrección. Esos pocos han sido un ejemplo de lo que no es el Señorío, del que siempre ha hecho gala el público de la Real Maestranza".

¡Pues naturalmente! Lo de Machado: "Qué difícil es/cuando todo baja/no bajar también". Si Sevilla está degradada y envilecida, ¿por qué no va a quedar reflejada así en el espejo de su plaza de toros? Donde nunca ha habido protestas en Modo Las Ventas, sino tragar y callarse. En el silencio tópico de la plaza de toros, de la plaza de todos, ya han aparecido los pitos. No son precisamente los rituales pitos del Silencio, sino alarmantes signos de la triste cuesta abajo de Sevilla. A un torero que se juega la vida aquí nunca se le ha pitado, por respeto. Si no ha gustado, se ha callado uno, y listo. Pero si Sevilla no se respeta a sí misma, ¿por qué ha de respetar a los toreros? Ah, y al final, pero no lo último: a esa misma corrida asistía como espectador un matador de toros con apellido de estirpe, que estaba ¡comiendo pipas! Pipas, pitos ante un arrimón a lo Paco Ojeda... No puedo decir más que como ante muchas otras cosas de Sevilla: ¡ojú cómo está ya esto!

 

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