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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  3 de junio de 2019
                               
 

El verbo "sevillar"

Hay quien colecciona sellos antiguos, vitolas de puros, monedas, cucharillas de plata con el escudo esmaltado de las ciudades que ha visitado. Y cuando en Sevilla había tranvías, había quien coleccionaba billetes con la numeración capicúa. Y hay quien colecciona títulos de Hijo Adoptivo y estadios llenos de público para escucharlo cantar en el comienzo de sus giras con disco nuevo. A este último grupo pertenece Alejandro Sanz, que pocas semanas después de que el alcalde Kichi le diera el título de Hijo Adoptivo de Cádiz, Juan Espadas, el Día de San Fernando, le entregó el de Hijo Adoptivo de Sevilla. Ánimo, Alejandro Sanz: ya sólo le faltan seis capitales andaluzas para tener la colección completa de Hijo Adoptivo de todas ellas.

No me voy a meter en camisas de once varas de preguntar qué tiene que ver Alejandro Sanz con Sevilla, aparte de que antier noche puso el Benito Villamarín hasta la corcha en el arranque de su gira veraniega de conciertos, en la que no hay que desearle los mayores éxitos, porque los tiene asegurados, con la gente en tiendas de campaña esperando desde varios días antes del recital. Pero sí me he quedado perplejo ante el presunto poema con el que en el larguísimo acto de entrega de las medallas de la ciudad celebrado en el Teatro Lope de Vega el día de San Fernando, Alejandro Sanz dio las gracias a la ciudad por el honor recibido, con un texto que él dice que es un poema; cada cual es libre de considerar como quiera la obra propia. Ese presunto poema dice:

«Yo sevillo desde que nací, tú sevillas desde que te conocí, él sevilla desde que te vio, ella sevilla desde que te cantó, nosotros sevillamos desde que te queremos, vosotros sevilláis desde que la echáis de menos y ellos sevillan porque saben lo que es Sevilla. Y Sevilla enreda corazones en sus mantillas». ¡Toma ya! He leído en las hispalenses gacetas otra versión del mismo poema, en la que el último verso, en vez de "enreda corazones en sus mantillas" dice "enreda los corazones con sus latidos". Es más creíble. No creo que Alejandro Sanz, fecundo letrista, sea de los que riman "Macarena" con "pena" y Sevilla con manzanilla, blonda y mantilla. Pero me inquieta el neologismo del verbo "sevillar". Es jugar al billar contra la lengua. Billar a dos bandas: la propia banda que acompaña a Sanz y la Banda Municipal tocando en el acto antiguas sevillanas boleras, de las partituras que gusta rescatar a su director. Tengo ganas de que me presenten a Alejandro Sanz para preguntarle: ¿Qué es "sevillar"? ¿Es como "trianear", pero sin el izquierdo por delante y sin un Cristo que "hasta sentao anda sobrao de compás"? ¿O es ensartar tópicos sobre Sevilla? "Sevillanear" sí sabemos lo que es, y nos encanta por cierto a los sevillanos: ejercer como tales, con todas sus grandezas y servidumbres. Pero eso de "sevillar" no me suena. O me suena en todo caso peyorativo, como aquel triste adjetivo que se inventó Francisco Umbral y lo escribía siempre con las del beri contra nosotros los aquí nacidos: "sevillí". Eso de inventarse el verbo "sevillar" es muy "sevillí". Y no tiene parangón, además, con otras capitales andaluzas, sin conjugación posible. ¿Se imaginan "yo huelvo, tú huelvas, él huelva". En todo caso suena a la frase que decimos cuando queremos que nos devuelvan algo que hemos prestado:

--¡Eh, quillo, que es de Huelva!

Y tampoco es posible que Sanz haga el poema con el verbito dichoso cuando lo hagan hijo adoptivo de Málaga, título que estará al caer. "Yo málago, tú málagas, él málaga". Ni con Córdoba: "Yo córdobo, tú córdobas, él córdoba". Así que mejor es que esto del "sevillar" de Sanz, aparte de perdonárselo, lo enterremos en el monte el olvido, donde están clavadas las dos cruces del bolero de Carmelo Larrea. Ah, y que no haga furor su aliño indumentario. En un acto donde se exigía etiqueta de traje oscuro para los caballeros, miren cómo se presentó el de "yo sevillo, tú sevillas": "Chaqueta, camiseta y pantalón negro sin corbata y zapatillas de deporte también oscuras". Vamos, que si en vez del Lope de Vega es una discoteca de moda, no lo deja pasar el portero por ir con zapatillas de deportes.

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